¿Eterna juventud?

África González Fernández CATEDRÁTICA DE INMUNOLOGÍA, CINBIO, UNIVERSIDAD DE VIGO. ACADÉMICA DE LA RAFG. AUTORA DEL LIBRO «INMUNO POWER: CONOCE Y FORTALECE TUS DEFENSAS»

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

23 abr 2023 . Actualizado a las 11:00 h.

Algunos investigadores indican que el ser humano podría vivir hasta los 125 años o más a finales de este siglo, superando el récord actual. Podríamos preguntarnos: ¿por qué envejecemos? ¿es posible revertir o enlentecer el envejecimiento? La búsqueda de la eterna juventud con leyendas de elixires mágicos y venta del alma al diablo indican que el ser humano no quiere resignarse a envejecer. Tal vez la ciencia nos pueda ayudar a conseguirlo. 

El envejecimiento produce cambios en el organismo (arrugas en la piel, deterioro general y del sistema inmunitario). Este mismo año, un grupo de investigadores seleccionaron doce características que definen el envejecimiento, como cambios en el ADN con acortamiento de telómeros (regiones repetidas en los extremos de los cromosomas), modificaciones epigenéticas e inestabilidad de los genes, junto con inflamación y alteración de la microbiota, entre otros.

Los cambios epigenéticos (no se afectan los genes, pero sí que puedan o no expresarse) permiten diferenciar entre una célula joven y otra envejecida, y algunos autores creen que podrían emplearse para medir la edad biológica, diferenciándola de la edad cronológica, junto a otros marcadores sanguíneos. Ejemplos de estudio están los pacientes que sufren de envejecimiento prematuro o progeria debido a anomalías genéticas, mientras que en el otro extremo tendríamos a las personas centenarias. Conociendo mejor los factores que influyen en el envejecimiento, podremos intentar modificarlos.

Se ha visto que es posible reprogramar células maduras y llevarlas hacia estadios inmaduros con los denominados factores de Yamanaka (le valió el Premio Nobel en el 2012 compartido con el doctor JB Gordon). Es posible hacerlo en células y en algunos modelos animales, abriendo la posibilidad de regenerar tejidos y órganos humanos dañados, y quizá en un futuro, rejuvenecer a un ser humano completo. Uno de los sistemas más afectados en el envejecimiento es el sistema inmunitario, el más complejo y apasionante de nuestro organismo, que hace vigilancia continua: detecta señales de peligro y células tumorales, elimina patógenos, trasplantes incompatibles y células envejecidas y participa en la reparación de heridas. El sistema inmunitario no es solo un mecanismo de defensa, es un sistema de control interno.

Las personas mayores tienen inmunosenescencia, con células envejecidas que generan inflamación y pocas células nuevas. Como consecuencia, sufren de más infecciones y reactivación de infecciones latentes (como el herpes), desarrollan cánceres y responden peor a las vacunas.

Para fortalecer nuestro sistema inmunitario podemos incrementar la respuesta inmunitaria con una correcta vacunación en la infancia (memoria) y con vacunas diseñadas para personas mayores (más dosis, con sustancias adyuvantes o con dosis sucesivas). Paliar la senescencia evitando agentes que aceleran el envejecimiento (consumo de tabaco, alcohol y drogas, contaminación atmosférica, infecciones, determinados fármacos, vida sedentaria con poco ejercicio, falta de sueño, alta ingesta calórica o estrés).

Varias empresas están investigando las bases del envejecimiento e invirtiendo grandes sumas de dinero para desarrollar fármacos senolíticos (eliminan células senescentes), agentes antioxidantes, antiinflamatorios y otras terapias tales como transfusiones de plasma de personas jóvenes a mayores, terapias celulares o cambios de microbiota.

La reprogramación genética de un ser humano está aún lejos. Veremos qué nos depara el futuro, pero por ahora podemos ralentizar el envejecimiento evitando los factores que sabemos que lo aceleran. Llevar una dieta equilibrada, realizar ejercicio moderado, recibir la vacunación correcta, dormir entre seis y ocho horas, evitar el estrés y los excesos podrá ayudarnos a vivir más y mejor.