La Candelaria

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Martina Miser

07 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado día 2 fue el día de la Candelaria, fecha del momento exacto en que el solsticio de invierno llega a la mitad de su duración. Es una fecha muy refranera, en Cataluña dicen: «Si la Candelaria plora, el fred ja és fora. Si la Candelaria riu, el fred es viu», y en Norteamérica celebran el día de la marmota. Ambos augurios indican que si ese día está nublado el invierno se va a acabar, y si, por el contrario, hace sol y la marmota ve su sombra, tenemos invierno para rato.

La Candelaria de este año ha sido bastante soleada por este Finisterre, por lo que no me extrañaría que nos quedasen aún varios pantocazos invernales que capear.

El día de la Candelaria es también una fecha en que muchos pájaros empiezan a aparearse. Ya llevo días escuchando cantar al mirlo la apertura de Guillermo Tell en los robles del bosque, a las lavandeiras contonearse inquietas cerca de las charcas y a algún pinzón que otro apurando tiempos para la berrea. Como hacen muchos.

Claro que, el día siguiente, el 3 de febrero, es San Blas, otra fiesta de invierno muy celebrada en los pueblos de Iberia: «En San Blas la cigüeña verás y, si no la vieres, año de nieves». Pocas cigüeñas se ven llegar ya, porque la mayoría se han vuelto colonas de vertederos y pasan de emigrar y volver con bebés en el pico. Como también les pasa a muchas.

Y anteayer, 5 de febrero, fue Santa Águeda, patrona de las enfermas de cáncer de mama, a quien el malvado Decio —un deleznable tipo machista y heteropatriarcal—, procónsul de Sicilia, mandó que le amputaran los pechos por no acceder a sus demandas carnales. Eso también lo hacen algunos.

Refranero y liturgia de una viejuna actualidad.