Brindis

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Martina Miser

02 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó el fin de año, esa noche cansina para unos y hormonada para otros, en la que lo preceptivo es brindar por el nuevo año.

La costumbre de brindar viene del siglo XV cuando Carlos V se enfrentó a la alianza entre el rey de Francia, el duque de Milán, la serenísima Venecia, el papa Clemente VII y los ingleses de rondones, como siempre. Estaba en juego el control de Italia, el papado y la política religiosa que respaldaría a uno u otro monarca.

En el ejército de Carlos V junto a españoles y napolitanos, se contaban 12.000 alemanes. Entraron en Roma a degüello saqueándolo todo y los soldados alemanes festejaron la barbarie llenando sus copas de vino y brindando con la expresión bring dir´s (yo te ofrezco) que derivó en lo que hoy es un brindis.

Casi todas las culturas brindan con el fin de celebrar algo y desear buenos augurios, nosotros decimos ¡salud!, los alemanes ¡prost!, los franceses ¡santé! los chinos ¡gan bei! los italianos ¡chin chin! y los japoneses ¡kan pai!

Brindar bien tiene un protocolo estricto. Comentémoslo siempre hay que brindar mirándose a los ojos, nunca la copa llena, el vidrio debe chocar (salvo que sea multitudinario), no se debe levantar la copa más allá de los ojos ni bajarla más abajo del corazón. Brindar sin beber da mala suerte y beberse la copa de un trago también.

Cualquier vino vale aunque nosotros usamos más el cava o el champagne (viño con jaseosa para muchos).

Cuentan que Dom Perignon —padre del champán— consiguió, gracias a un peregrino catalán que le enseñó la utilidad del corcho, que la fermentación no hiciera saltar por los aires los tapones de cera que utilizaba hasta entonces y cuyo estruendo achacaban al demonio.

Cuando Perignon probó el resultado final sin miedo a diablo alguno, rompió el voto de silencio, se levantó la saya y salió al claustro vociferando: ¡estoy bebiendo estrellas!

Probablemente sea esa textura de fuegos artificiales la que hace que el espumoso se utilice como colofón de celebraciones y brindis, pero la bondad del caldo aconseja un uso más serio.

El cava y el champán son vinos polisémicos que maridan perfectamente con cualquier vianda, desde el aperitivo al postre.

Los aficionados a la burbuja aconsejan —salvo aquellos a quienes el gas no les siente bien— que se beba de principio a fin sin mezclar con licor alguno.

En copa de flauta fina y transparente que permita mantener la burbuja persistente, el aroma y una crepitación delicada.

Es herejía machista y heteropatriarcal el dicho de que «la buena teta que en la copa quepa», haciendo referencia a las copas redondas que se estilaron a principios de siglo.

Pubis de cristal cargado de estrellas.

¡Salud!