Encomio de la memoria

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Fernando Sánchez | EUROPAPRESS

02 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Se habla mucho de la memoria últimamente. Se habla tanto que uno escucha la palabra «memoria» y se acuerda de Julio Cortázar. Decía el maestro argentino: «Jamás deberíamos hablar de nuestra memoria, porque si algo tiene es que no es nuestra. Trabaja por su cuenta. Nos ayuda engañándonos o quizá nos engaña para ayudarnos». Yo siempre fui muy de Cortázar (y disculpen el anacoluto). O sea, que si jugase un partido en el equipo de enfrente, yo me cambiaría de bando sin dudarlo. Escribía con plumas de pavo real. Con música, quiero decir, como si en lugar de páginas sus páginas fuesen pentagramas. Somos pocos los cortazarianos. Ahora el arte literario se divide entre los que venden muchos ejemplares y los que —gracias a los que venden muchos ejemplares— sobreviven agarrándose a la yema de los dedos de la literatura: su último salvavidas. ¿A quién le importa la literatura? Importa menos que la política, que ha pasado de ser una disciplina útil a convertirse en el campo de Agramante donde se disputa la verdad. Tampoco vale mucho la verdad, como la memoria. En el capítulo quinto del libro tercero de La rama dorada (esa ópera magistral que debía leer todo aquel que pretenda acercarse al conocimiento), el que habla de la crucifixión de Cristo, James George Frazer nos recuerda el viejo proverbio latino: Magna est veritas et praevalebit. En román paladino: grande es la verdad y prevalecerá. Lo ignoro. O, mejor, lo descreo. La verdad, como la literatura, ya no le importa a casi nadie. Por ello a este 2023 yo le pido un poco de verdad. Y, de paso, un pedazo de memoria.

Estamos en doble campaña electoral. Primero vendrán las municipales, o eso parece. Y unos meses más tarde, las generales. O eso parece, insisto. Porque teniendo al frente de la nave al actual presidente del Gobierno, todo puede volcarse en tres o cuatro días, quizá menos. Aquel que no podría dormir si Podemos estuviese en el Ejecutivo, y duerme, en cualquier momento puede virar el rumbo del velero. Aquel que no indultaría, e indultó, puede cambiar horizontes. El que aumentaría las penas de malversación o sedición, y una la rebajó y la otra la eliminó, es capaz de mudar la proa del barco. El que jamás pactaría con Bildu, y pactó, puede hacer lo que le venga en gana.

Tal vez por todo ello yo pido memoria. La suficiente. Que el ciudadano recuerde todo lo que ha dicho y todo lo que ha hecho el actual Gobierno de España.

No en vano Felipe VI pidió más mimo con las instituciones en su discurso navideño. Porque las instituciones son el sostén que mantiene nuestro Estado de derecho. Corren malos tiempos. La memoria, como la literatura, apenas vale nada. Sin embargo, apelo a ella como apelo a la verdad. Esa que debe prevalecer aunque esté herida, lacerada, consumida. Recordar. Antes de mirarnos en el espejo de las urnas. Para que la memoria no pueda engañarnos.