El avión del silencio

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

Pixabay

30 nov 2022 . Actualizado a las 09:01 h.

La tecnología nos ha permitido llegar más lejos y más rápido a todas partes, aunque no podamos saber con seguridad si hemos invertido bien todo el tiempo conquistado al reloj y a las prisas. Como el estrés es una cuestión subjetiva, los momentos de desconexión que puede proporcionar un viaje en avión no tienen los mismos efectos para todo el mundo. Para algunos, adictos a una vida de conexión y ruido permanente, tener que apagar el teléfono durante esas horas que pasan en el aire llega a suponer un inmenso sacrificio. Son quienes más celebran que la UE vaya a suprimir dentro de unos meses la obligación poner los dispositivos en modo avión para dar vía libre a la conexión sin límites.

Existe otro tipo de personas para quienes la posibilidad de cortar durante un rato sus vínculos con el mundo y sumergirse, sin interrupciones, en un libro o en una película supone un proceso relajante, un alivio mental que permite compensar los codazos y estrecheces de la clase turista. La demostración de que no pasa nada por estar sin cobertura de vez en cuando. Para ellos las noticias no son buenas. Se quedarán sin excusas para hacer un paréntesis en las llamadas y los mensajes o para librarse de las conversaciones del vecino de asiento. Acabarán reclamando a las compañías aéreas que copien a Renfe su vagón del silencio.