La certidumbre

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

16 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El patinador que patina sobre una fina capa de hielo no puede parar porque si lo hace, se hunde. Los que estamos viviendo esta época, patinamos sobre una capa de hielo tan fina que estamos condenados a no poder parar de patinar. 

Hasta hace poco nos deslizábamos por el hielo firme de los grandes valores e ideales donde podías parar, cobijarte, pensar y descansar. Aquellos apriscos colosales eran capaces de soportar tormentas de nieve y soles africanos. El hielo actual es el del mojito hecho con los restos de las antiguas guaridas. Dura poco y arruina la cachaza.

Vivimos confiados en que el desarrollo de la ciencia y la tecnología acabarán inventando patines voladores y hielo de grafito. Un error, o mejor dicho, una tentación y un pecado, el Bosco lo pintó en su Cristo coronado de espinas, el anciano de abajo a la derecha representa la tentación de la certidumbre.

Somos sapiens con sesgo emocional optimista que nos hace sentir seguros hasta en guaridas de paja.

Vivir en la certidumbre del «dejarme en paz y ocuparos de mis asuntos» es mejor que soportar el arrepío de la duda sobre la solvencia de los mecánicos de «nuestros asuntos».

Antes del demoledor informe Meadows de 1972 sobre la degradación de la bioantroposfera, el hombre creía dominar y poder hacer lo que quisiera con la naturaleza. En los ochenta, la ciencia creía haber controlado los microorganismos más letales y llegó el sida. En la crisis financiera de Lehman-Brothers, los economistas oficiales afirmaban que no habría más crisis.

Hasta el 2020 creíamos que las epidemias devastadoras —esas de máscaras renacentistas del jardín de las delicias, confinamientos, cierre de murallas y remedios nigrománticos traídos de la China— eran cosas de la Edad Media.

El continente más civilizado y atormentado por su historia de la tierra estaba convencido de haber desterrado definitivamente la guerra y el odio de su territorio.

Sin embargo, seguimos patinando sobre el mojito con la certidumbre de que el crecimiento económico y el progreso tecnológico son la clave del bienestar.

Se hace necesaria una nueva vía, como señala Edgard Morin: «Una nueva vía, no un proyecto de sociedad como se dice habitualmente, porque un proyecto es una noción estática totalmente inadecuada para un mundo en transformación, en pleno proceso de cambio estructural».

La incertidumbre acompaña siempre a la humanidad, ningún logro o conquista es irreversible, debemos tenerlo presente para aprender a convivir sobreponiéndonos a la angustia que comporta. No se puede conocer lo imprevisible, pero se puede prever su eventualidad. Todo acontecimiento histórico y transformador es imprevisto». Lo único cierto es que comenzamos el otoño multicolor, con su caza, sus castañas y las setas. !Gloria pura é!