El desafío de Putin

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

03 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Vladimir Putin se sentía en la obligación de hacer algo sonado para restaurar su crédito político internacional, y por ello se lanzó a invadir Ucrania por las bravas, algo de lo que posiblemente está tan orgulloso como aparenta. Pero es lo cierto que también es rehén de un proceso bélico internacional que todavía no sabemos en qué —ni en dónde— desembocará. Para el presidente Zelenski ha llegado la difícil hora de intentar reconstruir su país, de acuerdo con el compromiso de la OTAN adquirido en la reunión de sus estados miembros en Madrid. Pero esto, ¿cómo se hace?

Por si nos faltasen luces sobre los hechos, el paradójico ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, amigo de Putin, ha explicado que el presidente ruso ordenó la invasión de Ucrania no por su gusto, sino «empujado por su partido y sus ministros», y que, por ello, «se inventó la operación especial» casi contra su voluntad.

Lo cierto es que la invasión se consumó y nadie conoce a ciencia cierta el futuro que sobrevendrá. Sabemos, eso sí, que Putin ha firmado —y escenificado— la anexión de cuatro regiones de Ucrania, después de la farsa de sus referendos, y que la incorporación formal se prevé para el próximo 4 de octubre. Después de ello, todo hace pensar que, si no hay un recrudecimiento de la guerra, se avanzaría hacia un «conflicto congelado».

Lo cierto es que Putin ha procedido a «formalizar» su invasión. E igualmente cierto es que los países de la OTAN tienen un compromiso con Ucrania que, de una u otra forma, deberán cumplir, si no quieren defraudar su propio sentido institucional. El presidente Zelenski ha sido claro en sus exigencias para revertir la situación.

Mientras, Rusia ha inutilizado para siempre los gasoductos Nord Stream 1 y 2, en aguas bálticas. Y no consta que el presidente ruso se haya visto forzado a hacerlo. Más bien parece que estimó llegado el momento de contrarrestar lo que consideraba unos insolentes avances ucranianos, impulsados por la OTAN. Contra eso se alzó, convencido de que debía consolidar las posiciones conquistadas. Y en ello está. Aunque ahora es de nuevo el turno de la OTAN. Porque el drama aún no ha terminado y seguimos ante un horizonte oscuro, inquietante y peligroso.