Fluyamos

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

EUROPAPRESS

01 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El verbo de moda entre los más jóvenes es fluir. «Hay que fluir», dicen ante una contrariedad. O «Ese sí que fluye», en tono admirativo, para señalar que alguien sabe manejarse en la vida. Aunque también puede ocurrir que «lo nuestro no fluya». Fluir tiene que ver con aceptar, con no resistirse, con renunciar al control. Fluir encaja perfectamente con el concepto de «modernidad líquida» acuñado por el sociólogo polaco Zygmut Bauman. Cuesta encontrar una época menos rígida que la nuestra, menos institucionalizada, más volátil y antojadiza a la hora de replantearse ideas, con deslizamientos colectivos muy bruscos de unas posiciones a otras. Se comprende que, en un contexto social así, los chavales consideren que lo mejor es fluir, dejarse llevar por la corriente, acoplarse —como también dicen con frecuencia—, para no sufrir demasiados encontronazos, que bastantes adversidades trae la vida sin que uno se empeñe en buscárselas.

He chapoteado un poco en internet para ver de dónde sale lo de fluir. Abunda el material pero apenas me ha interesado. Desde luego, flota algo de verdad en lo que dicen, porque aceptar lo real es importante. Pero surge la sospecha: ¿no es esta la mejor manera de producir los súbditos perfectos, los más dóciles y adocenados?

En una sociedad líquida, casi gaseosa, la etiqueta que más se repite es «fascista». En un tiempo caracterizado por la casi extinción de semejante ideología, se multiplican los antifascistas, porque la etiqueta ya no describe a quien hace cosas de fascistas: de hecho, la mayoría desconoce lo que realmente hacían y pensaban. La utilizan, como dice Ricardo Dudda, para etiquetarse por rechazo, para no argumentar lo que defienden. Grazie.