Teología

Cristina Gufé ESCRITORA. LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

OPINIÓN

Paco Rodríguez

03 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se define como la disciplina que investiga y reflexiona acerca de Dios y sus atributos. A diferencia de la filosofía, que se plantea el problema de la existencia de Dios e intenta razonar las posibles respuestas, en teología se parte del supuesto de que Dios existe, de que han surgido religiones, y disponemos de una revelación a través de los libros sagrados —por ejemplo, la Biblia— en los que Dios se ha ido manifestando por medio de los profetas que hicieron posible una progresiva sensibilización espiritual para que el ser humano alcance un conocimiento de la trascendencia.

La religión cristiana ha tenido grandes teólogos. Durante siglos la filosofía ha estado al servicio de la teología, ya que los principales pensadores occidentales han sido creyentes, desde los padres de la Iglesia de los primeros siglos hasta Agustín de Hipona (siglo IV) o Tomás de Aquino (siglo XIII). Resulta curioso que las principales ideas que darán origen a la revolución científica del Renacimiento se fueron gestando desde los planteamientos de Guillermo de Ockham, al producirse en el siglo XIV una serie de cambios determinados en el fondo por principios teológicos.

En la actualidad contamos en Galicia con un teólogo de prestigio internacional: Andrés Torres Queiruga (Aguiño, Ribeira, A Coruña, 1940). Sus libros son traducidos desde el gallego. El autor trata, con un profundo conocimiento de la historia de la filosofía y las religiones, temas tan complejos como la cuestión de por qué Dios ha creado un mundo en el que no evita el mal: el sufrimiento de los inocentes, el dolor y la muerte. Ha desarrollado una obra en la que nos ofrece una visión liberadora de la religión, una base bien construida que dé sentido a la vida y abra las puertas a la salvación. La religión —nos dice— no puede ser una carga, sino al contrario, es una ayuda para sobrellevar el peso de la existencia con la consiguiente angustia ante la libertad. Se nos ofrece la superación de las inevitables contradicciones —que sufrimos como seres finitos— en la sobreabundancia del amor.

La sensibilidad del hombre actual no es teológica. Vivimos la época —en palabras de Martin Buber— del «eclipse de Dios». Nos envuelve el misterio como un manto que cubre, pero, citando a San Pablo: «Lo que ojo nunca vio, ni oído oyó, ni hombre alguno ha imaginado» nos aguarda. Mientras nos mantengamos en la vida no podremos romper la coraza que haría posible la contemplación de la totalidad del Ser ajeno a los límites. La teología —nos dice Torres Queiruga— está segura de que la última palabra de la vida no es la muerte, y recuerda a Horkheimer: «La teología es la expresión de la nostalgia de que el asesino no triunfe sobre la víctima inocente».