Nuestros perros: ni basura ni residuos

Cartas al director
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OPINIÓN

Joaquín Reina | EUROPAPRESS

02 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nuestros perros no son humanos, lo sabemos. Pero nos obligan a que tengan cartilla sanitaria, registro legal, vacunas, chip identificación y muchas cosas más. La sociedad los utiliza en catástrofes, accidentes, actividades sociales, terapias médicas, detección de explosivos, drogas y hasta los condecoran. Nuestro perro tiene nombre, se llama Lucho. Desgraciadamente ya no está con nosotros porque las bombas de la madrugada de San Juan lo hicieron volverse loco y su paseo rutinario se convirtió en su peor día y el inicio de nuestra peor pesadilla. Lucho no va a volver porque a los 50 minutos de su huida despavorida fue atropellado. Con esta denuncia queremos que nuestra odisea y angustia de búsqueda no se repita nunca más. Publicada su desaparición en todas las redes sociales, carteles, batidas, etcétera, nos empezaron a dar las primeras pistas a la mañana siguiente. Dos días después, una persona a la que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos, nos comunicó que esa misma madrugada había retirado un perro de la carretera con las características de Lucho comunicándolo al 112. La Xunta tiene contratada para la zona norte a una compañía para la retirada de animales muertos en las vías comarcales. El lunes 27 a las 12,30 y después de múltiples llamadas localizamos su sede en el polígono de Piadela, en Betanzos, a donde nos trasladamos. Al llegar nos enseñaron un arcón congelador de donde sacaron una bolsa de basura al suelo para que identifiquemos a Lucho. Estas contratas, haciendo alarde de la nula sensibilidad humana, nos indican que no tienen lector de chip y que para ellos los perros recogidos son residuos orgánicos. Nos niegan la entrega de Lucho argumentando que ya está en su sistema metido para su orden de incineración cuando llenen su arcón de animales recogidos. Para rematar, nos indican que si no estamos de acuerdo tenemos la opción de poner una denuncia. Parece increíble que un país, el cual en enero del 2022 aprueba en sus cortes una ley para considerar los animales de compañía jurídicamente miembros de la unidad familiar, permita que estas empresas incineren un animal de compañía considerándolo residuo orgánico, sin molestarse en notificarlo a las autoridades para su identificación y comunicación a sus familias. Lucho tardó 50 minutos en morir atropellado, pero su familia tardó 4 días en localizarlo en un congelador considerado residuo orgánico. Si nuestros perros desaparecidos no aparecen nunca, es muy probable que una empresa sin escrúpulos, ni sentimientos lo haya congelado e incinerado sin notificarlo a nadie. Alfredo Calderón.