«Carpe diem»

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

CATI CLADERA | EFE

02 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Aprovecha el día, el momento, escribió Horacio en sus Odas. Carpe diem quam minimun crédula posero, o lo que es lo mismo, vive al día y no confíes en el mañana. Y esa parece ser la actitud a seguir este verano recién inaugurado en el que millones de españoles van a «darlo todo», a echar la casa por la ventana, a gastar sus ahorros familiares tras los duros años de la pandemia como si no hubiera un mañana y fuera este el último verano.

No importa el incremento del IPC, que ya superó la temible barrera de los dos dígitos, situándose en un 10,2 por ciento. A los que han elegido ponerse el carpe diem por montera poco les inquieta que la gasolina pueda alcanzar los 2,5 euros el litro cuando comience agosto, ni que la factura del hotel de playa se haya incrementado alrededor de un 20 por ciento, o que el precio del aperitivo en las terrazas esté por las nubes en el mejor román paladino.

La sociedad española se ha convertido en un país dual, en el que cada vez los pobres son mas pobres mientras se incrementa la nómina de los mas ricos. Existen quienes no repararán en los gastos que les va suponer el ocio vacacional, quienes se despreocuparán de la durísima rentrée prevista para el otoño, que no despejará el fantasma amenazante de la recesión que sucederá a la estanflación que ya se divisa en el horizonte. Son aquellas personas que no hacen equilibrios para pagar el recibo de la luz, que pueden seguir comprando aceite o fruta, pollos o pescado a los precios en ocasiones desbocados. Son los que no calculan el incremento de los tipos de interés anunciados para septiembre y que afectan de lleno a sus hipotecas. Son la cara feliz de un país que ignora el incremento real de la pobreza entre los españoles, y que mantiene un 120 por ciento de endeudamiento público que es, a todas luces, insostenible y nos hace vislumbrar en un horizonte no muy lejano, el advenimiento del quinto jinete del apocalipsis. Carpe diem, miremos para otro lado, financiemos el rostro amable del disfrute de un verano incrementando el turismo interior que también repercute al alza y mejora el PIB patrio. Y mañana, Dios dirá. Mientras exhumemos el chascarrillo para tiempos de crisis que aseguraba que si un pobre come merluza es porque uno de los dos está malo. En verano no hay mañana. Carpe diem.