Asegurar la convivencia pacífica

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

29 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo en que nos decidimos a vivir da un vuelco cada diez minutos. O cada veinte, que lo mismo tiene. Un rosario de crisis económicas, una guerra imprevista, la pandemia más cruel de la historia, los efectos de un cambio climático, la amenaza de hambruna y problemas de todo tipo. Y en este planeta tan cambiado y variable, Madrid acoge una cumbre de la OTAN con 40 jefes de Estado y de Gobierno, más de 5.000 participantes, 2.000 delegados y 2.000 periodistas, en una demostración de la trascendencia de la reunión.

La Alianza está crecida. La invasión rusa de Ucrania le ha dado alas en sus ansias. Y en este clima de euforia va a decidir la hoja de ruta de los próximos diez años. Una estrategia que se antoja complicada de marcar, precisamente, por la fugacidad de las situaciones.

De la cumbre de Madrid saldrá una OTAN más grande, con un mayor despliegue bélico y militarmente más fuerte. Rusia pasará de ser un «socio estratégico», como se le declaró en 2010, a una «amenaza directa» y se considerará a China un desafío estratégico, no solo en lo militar, sino también en lo económico y tecnológico. De igual forma, según parece, se propondrá modernizar los arsenales nucleares introduciendo la inteligencia artificial y nuevos prototipos. Y la protección de Ceuta y Melilla. A partir de ahí, lo que caiga. Es imposible impedir a estas alturas, después de 73 años de existencia, evitar que primen los intereses norteamericanos.

Pero si como dicen sus defensores, la Alianza Atlántica trabaja por la paz mundial y sus fines son el pacifismo, la disuasión, defender los valores democráticos, fomentar la cooperación, evitar conflictos y promover la cultura del diálogo, de Madrid deben salir unos acuerdos serenos y conciliadores, alejados de las políticas agresivas que marcaron la existencia de la organización. Solo puede haber un objetivo, garantizar la convivencia pacífica.

No son tiempos para las amenazas ni para la demostración de fuerza. Ni para el matonismo. Cierto que hay que frenar las derivas alocadas de Putin y admiradores. Pero los países que integran la organización atlántica no pueden utilizar sus mismos procedimientos, ni su lenguaje. En eso precisamente se diferencian las democracias de las tiranías.