«Samanté» y luces de neón

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

22 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La radio no había tenido nunca la necesidad de ser un medio fotogénico. Hasta que llegó internet y cambiaron las reglas del juego, los programas eran voces flotando en el éter que apelaban a la imaginación del oyente para completar la escena con benevolencia. Desde que estamos hiperconetados a todas horas, observar la tramoya de las cosas ya es posible. Nadie sabe nada, de Andreu Buenafuente y Berto Romero, lleva años haciendo de esa necesidad virtud.

Entre anécdotas, vivécdotas y filosofía barata, los dos cómicos han elevado su programa de improvisación y humor inteligente al podio de los pódcast que más escuchan en España la estirpe de los huérfanos de Gomaespuma y oyentes jóvenes. Y han metido las cámaras en un estudio austero para que sus seguidores pudieran ver en YouTube la imagen frugal de dos personas hablando a un micrófono con su trompeta de plástico, su pollo de goma y su urna con preguntas y ocurrencias de los fans. Se convirtió así en un programa que se podía escuchar y se podía ver. Ahora, mezclando y agitando los géneros, Nadie sabe nada se convierte en un programa de televisión de HBO Max sin modificar su esencia hertziana, más allá de dar lustre al plató con mesa y butacas nuevas, iluminación indirecta y un gran «samanté» con luces de neón.