Abróchense los cinturones, esta noche vamos a tener tormenta». Cuántas veces has sentido la premonición que Margo Channing comparte en el ecuador de Eva al desnudo, esa sensación cierta de que las cosas se van a poner feas, ese olor que anticipa que algo se va a ciscar en tu vida sin que haya mucha opción de evitarlo. La actriz cuarentona que interpreta Bette Davis en la joya de Mankiewicz adivina la tempestad cuando ya resulta inútil cobijarse y solo queda administrar la devastación. El segundo canal de TVE emitió el lunes en prime time este retrato deslumbrante del arribismo, que en una filigrana formidable trata también sobre el hecho de ser mujer, sobre el hecho de envejecer, sobre el éxito y su naturaleza fugaz, sobre ese momento en el que comprendes que tu tiempo es ya el de otra y solo resta asumirlo con dignidad, los tacones adecuados y unos cuantos martinis muy secos, justo el cóctel que Margo empuja antes de pronosticar el temporal que arrasará su vida.
Pocas cosas había el lunes más importantes que escrutar la minuciosa carrera hacia el éxito de Eva Harrington, aprender de su perfección taimada, de ese arrollador encanto que disimula un espíritu letal cuyo veneno solo percibes cuando el antídoto ya es inútil. En todas las vidas se ha cruzado alguna Eva de eficacia y dulzura abrumadoras, a quienes la siguiente Eva espera a la puerta del camerino.
En una coincidencia casi poética, a la misma hora que nos conmovía la decadencia de Margo Channing en la 2, el canal autonómico andaluz convocaba a los candidatos a presidir la Junta para que debatieran sobre sus cosas. Inevitable salivar con el guion que Mankiewicz habría podido perpetrar con el ademán existencial de alguno de los aspirantes. Aunque puede que de esto también hable Eva al desnudo.