La tercera guerra y la cuarta teoría

Pedro Armas
pedro armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Alberto Ortega | EUROPAPRESS

02 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los pesimistas ven en la guerra de Ucrania el germen de una tercera guerra mundial. Los realistas ven la aplicación de la cuarta teoría política, el eurasianismo, que, en relación a las anteriores, tiene menos tintes populistas y nacionalistas que el liberalismo o el socialismo, pero similares al fascismo. Treinta años después de la desintegración de la URSS, Aleksandr Dugin dio ideas a Putin y corpus a esa teoría, con Rusia como abanderada de las causas contra el americanismo, el atlantismo, el europeísmo y el globalismo, para defender un paradójico pluralismo alternativo, controlado desde Moscú, es decir, para reconstruir una inmensa nación rusófila a partir de la reconquista de las exrepúblicas soviéticas. 

En el plano intelectual, Dugin es un individuo bien formado: jurista, filósofo, sociólogo, politólogo, políglota. En el plano religioso es un creyente viejo: cristiano ortodoxo, pagano, esotérico, místico. En el plano político es un tipo disperso: zarista, estalinista, anticomunista, nazista, fascista, nacionalista, ultraderechista. La contradicción parece su razón de ser, aunque siempre contra las democracias liberales y los derechos humanos. Fundó el partido Eurasia, de ideología neo-nacionalista-bolchevique-fascista, con el que apoya el expansionismo ruso hacia el Occidente eslavo y hacia el Oriente medio, donde propone una alianza estratégica con Irán. Sus conceptos de eje geopolítico y espacio vital recuerdan a Hitler, pero con un cariz teocrático que encandila a Putin, al que lleva sugiriendo desde hace años un genocidio masivo en Ucrania.

Dugin habla español y tiene amigos en España. Sus libros han sido publicados por un editor que lideró el Movimiento Social Republicano, nacional-bolchevique, contrario a la globalización y a la inmigración. Algún ideólogo de la ultraderecha española ha comprado la cuarta teoría política. Algunos tradicionalistas apoyan en las redes a Putin. No en vano, el orden es el principio fundamental de la ultraderecha. Sin embargo, a la hora de decantarse por Ucrania o Rusia, Vox se ha puesto de perfil. Cuestión de amistades peligrosas. Abascal es amigo de Orbán, primer ministro húngaro, amigo de Putin; ambos han tenido que disimular criticando la invasión con la boca pequeña. Los grupos ultras vinculados al fútbol son amigos de Abascal, pero también lo son de sus homólogos ucranianos, con los que comparten ideas y esvásticas. Los dos autoritarismos gustan a la ultraderecha española.