Ellas no son unas «letrasadas»

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

SANDRA ALONSO

12 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez que oí esta expresión fue en boca de mi hija. Estudiaba bachiller de letras y me comentó que los de ciencias les decían que eran unas «letrasadas», que iban por letras porque no daban para más. Le pasa lo mismo a los chavales que prefieren ser historiadores o filósofos. Pero, en estos tiempos de cambios convulsos y sin consenso de los estudios, fue un placer leer el reportaje que mi compañera Sandra Faginas le hizo en la revista Yes de La Voz a cuatro chicas que hacen Filoloxía Clásica en la Universidad de Santiago y que están orgullosas de su elección. Lo que decían me recordó el despectivo juego de palabras que recibió mi hija durante sus estudios de bachiller, chistes sin gracia que continuaron durante su carrera de letras.

Cuentan estas chicas en el reportaje de La Voz que, como dice Faginas, saben latín, que «el primer día de bachillerato una profesora de inglés les dijo a los de ciencias que les iba a exigir más porque ¡tenían más capacidad!». Que los críos se metan unos con otros es por lo tiernos que están, todavía no saben de la misa la media, pero que lo haga alguien que forma parte del profesorado es totalmente alucinante e inaceptable. Así cada vez tenemos menos humanidades en los planes de estudios, o se disfrazan las que se incluyen. ¿Será que las humanidades no son nada humanas? ¿Será que no las estudian los seres humanos para comprenderse? Siempre hay que apostar por los que creen en su vocación. Siempre me encantaron los que estudian filosofía, latín, griego, sin importarles el qué dirán, sin que les frene que, hasta en sus familias, los acribillen en las comidas de cualquier cumpleaños. Otro tópico es que si vas por letras sea casi una obligación estudiar derecho, y si al terminar haces una oposición a notario o a registrador de la propiedad, mucho mejor.

Estas chavalas que relatan cómo la gozan con la etimología de las palabras son dignas de aplauso, en un mundo que trata de arrinconarlas. España es un país especialmente necio en este asunto de maltratar a los estudiantes de este tipo de carreras. Como dicen ellas mismas, en Inglaterra estudiar latín o griego está muy valorado. Igual en este país somos capaces de pensar que no venimos, como todos, de Grecia y Roma. Igual hay alguno que cree que el acueducto de Segovia es una performance de un artista moderno que se colocó ahí hace unos días. No se escandalicen. Es muy posible. Siempre, a los que disfrutamos con las palabras, a los que nos parece bello y lógico que recordar venga de algo tan hermoso como volver a pasar por el corazón (re en latín nuevo, y cordis, en latín, corazón), nos queda pensar que los que se ríen de nosotros están en el enorme conjunto vacío de los que insultan y desprecian aquello que desconocen. Son los que van por el mundo con unas orejeras inmensas. Los que nunca se emocionaron con Roma ni con Atenas. Los que no les gusta viajar y aprender que, por ejemplo, la piazza Navona de Roma tiene esa forma tan peculiar porque fue un estadio donde se celebraron en tiempos romanos los juegos atléticos griegos. Roma viene de Grecia. Como nosotros venimos de Grecia y Roma. Pero sigamos despreciando a estas chavalas que apuestan por el conocimiento de las humanidades sin menospreciar el conocimiento científico, que tan necesario es. Va por ellas, que además nunca se meterían con alguien de ciencias. La vida no va de dividir, aunque en matemáticas se aprendan las divisiones. Somos lenguaje.