El loro y el chocolate

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

Joaquin Corchero | Europa Press

26 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La aristocrática familia estaba en horas bajas, había que ajustarse el cinturón y procurar contener los gastos. No podían bajar la guardia por el qué dirán y decidieron suprimir la onza de chocolate que diariamente le daban al loro que tenían en su decadente mansión. Y así, o de forma parecida, se acuñó la popular expresión de «el chocolate del loro» para señalar los gastos menores que no inciden gravemente en las finanzas totales de una familia, de una corporación o del Estado, en un presupuesto global.

Pero sucede que en ocasiones manejamos los gastos con «pólvora del rey», con dinero público o con presupuestos laxos, que acumulan excesos presupuestarios, cuando no injustificables derroches. Como el de la ministra de Ciencia, la señora Durand, que contrató a dedo a una paisana suya para redecorar su oficina. El loro por poco se empacha con el exceso de chocolate tras un período de ayuno.

Sucede en un país que cuenta con 22 ministerios en su nómina, de los que al menos media docena son prescindibles. Y esto pasa en un país lastrado por una descomunal y difícilmente refinanciable deuda pública, con gastos cuando menos evitables en la suntuosidad superflua de algunas comunidades. Baste analizar el parque móvil de nuestras diecisiete autonomías.

Al loro lo tienen harto de chocolate cuando se entera uno que han destinado 350.000 euros de los fondos europeos para mejorar la residencia vacacional de verano del presidente Sánchez en Doñana. Y qué decir del uso del Falcón, el avión del que usa y abusa el presidente del Gobierno, y que fue utilizado por la vicepresidenta comunista Yolanda Díaz para efectuar una visita privada nada menos que al papa Francisco.

Falta rigor en el control del gasto, parece que se ha reactivado la frase infantil que señalaba que lo que hay en España es de los españoles, y que usábamos cuando éramos niños y nos quedábamos tan panchos. Estamos, pese a la espada de Damocles de los malos tiempos entre pandemias e invasiones militares, con la muerte y el dolor diezmando vidas y haciendas, inmersos en una cultura de excesos y derroches, con una profunda falta de respeto al dinero público, gastado con inusitada alegría que raya en ocasiones en la obscenidad política. Pero el viejo loro, perteneciente a una familia aristocrática venida a menos, como España, no puede con la sobredosis de chocolate.