Huelgas, colapso, tiempos de guerra

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

OSCAR CELA

24 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Desinteresados siempre de las estrategias geopolíticas, ha llegado la guerra. Los escarceos bélicos en el Dombás o en Crimea, las amenazas a Finlandia y Suecia, o a las repúblicas bálticas, no fuimos capaces de entenderlas. Eran aleteos de mariposas que pensamos que no nos alcanzarían, ni siquiera cuando se dispararon los costes de combustibles y de la energía, hace ya un año. Algo que no fueron capaces de ver los estrategas europeos, tampoco los alemanes, incapaces de desenredarnos de la dependencia energética del gas y el petróleo ruso. Ni siquiera del alcance de indexar el precio de todas las energías al del gas, con ex políticos europeos integrados en las empresas energéticas. La energía, base de la civilización.

Con ello, la nueva crisis energética, que en un revoltijo nos ha hecho dependientes de países con otros intereses estratégicos como Rusia, Arabia Saudí o Irán, y sin dotarnos de una estrategia alternativa.

Por esa ingenuidad, o perversión política, con una agenda enfocada a una improvisada descarbonización de nuestra economía, nos encontramos en una nueva crisis económica, invasión rusa de Ucrania por medio.

Lo de menos es saber el comienzo, lo real es que esta crisis nos alcanza a todos. Unos hacen huelga por imposibilidad de comercializar sus productos y otros porque trabajan a pérdidas. Un concepto de reciente incorporación en los argumentos reivindicativos, que más se parecería a una forma de aquella clásica plusvalía. No entre patrono y obrero, sino entre empresarios o autónomos productores y la cadena de distribución.

A partir de ahí nos encontramos con las huelgas por libre e ilegales, y aquellas regladas. Con las huelgas con violencia ante los derechos de los otros, o pacíficas. La singularidad es que estas huelgas no tienen obreros y patronales, apenas empresas o autónomos y Gobierno. Por eso, este Gobierno hace mal en no ponerse a negociar con todos y separar el grano de la paja, porque el coste de la energía es obvio que repercute en una serie de actividades profesionales y en la inflación. Lo que no resuelven solo la bajada de impuestos, tan autonómicos ellos, incluido aquel céntimo sanitario de 4,8 céntimos por litro en Galicia, ni tampoco la UE el 29 de marzo.

Por más que la tormenta perfecta llegará si los particulares, consumidores y comunidades de vecinos se unen a huelgas y manifestaciones. Para protestar por unos costes de gas y gasoil que amplían la franja de pobreza, alcanzando a las clases medias, como en el 2008. Porque acuerdos de Estado no hay. Los intereses son otros, y las actuaciones del Gobierno, insuficientes.