El modelo Induráin

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

RAMON LEIRO

19 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No soy de ídolos deportivos ni de otro tipo. Solo con Miguel Induráin me asomé a esa idolatría, sin llegar a caer en ella. Para los aficionados al ciclismo, Induráin fue un regalo. Además de disfrutarlo, empecé a fijarme en su modo de hacer las cosas, en el conocimiento que tenía de su profesión y en cómo gestionaba sus capacidades, incluida la palabra. Cuando Abraham Olano le ganó, un poco a traición, el campeonato del mundo, alguien grabó a escondidas una conversación ya en meta en la que contaba a José Miguel Echávarri lo ocurrido: que no saltó detrás de Olano para que no se le pegara nadie —ese día ambos corrían en el mismo equipo— y la detallada explicación, sobria y precisa a la vez, de lo que sucedió a partir de ahí: cómo controlaba la ventaja de Olano y cómo al final, si lo alcanzaba, podía poner en riesgo la victoria española. Me asombraba su fortaleza para ocultar el sufrimiento o la enfermedad, pero admiraba, sobre todo, que siempre ganaba en plural y perdía en singular, atribuyéndose toda la responsabilidad. Y que nunca faltaba gente para ayudarle cuando ya no quedaba nadie de su equipo, porque sabían que Induráin ganaba el Tour, pero regalaba muchas etapas. No era un líder voraz, acaparador inmisericorde de cualquier premio. Por eso siempre encontraba amigos en el pelotón.

Los líderes voraces, los que quieren ganar hasta las partidas de parchís de las sobremesas con sus hijos, terminan solos, devorados a menudo por otro como ellos o por una muchedumbre de agraviados. Y por supuesto, dañan el proyecto. Alguien debería explicárselo urgentemente a los del PP y a los demás, por si todavía consiguieran entenderlo.

Pocos recuerdan a Abraham Olano.

@pacosanchez