Las plataformas de streaming pueden haber dado carpetazo a la vida analógica, pero el poder de la nostalgia todavía permanece intacto. Los catálogos virtuales han permitido descubrir estanterías despejadas y libres de polvo. Dan acceso a catálogos inmensos en un par de clics. Pero el valor sentimental del cine conjugado con el impulso atávico del coleccionismo sigue peleando contra la razón. Estos días, muchos se acuerdan de esas viejas cintas de VHS que guardan en cajas mohosas arrumbadas en algún trastero desde que las jubiló el trasnochado DVD. Y todo porque se ha difundido la noticia de que alguien en algún lugar del mundo ha pagado miles de euros por un VHS de El rey león, en su momento una de las películas más despachadas de la historia.
Una burbuja artificial está inflando sin fundamento el precio que se pide por esta y otras películas de Disney en videocasette en el mercado de segunda mano, especialmente si se trata de ediciones especiales o cuentan con ciertos hologramas en su carcasa. Las plataformas de objetos usados están llenas de pujas pasmosas que revelan grandes esperanzas de ganar un sueldazo de la noche a la mañana. Con los 40.000 euros que algunos solicitan por las peripecias de Simba grabadas sobre cinta magnética se pagan algunos siglos de suscripción a Disney+.