«Soy mayor, no idiota»

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Ana Escobar

08 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlos San Juan de Laorden, que fue urólogo y cirujano, se ha convertido en el caballero sin espada de todos los mayores que ven cómo la sociedad digital los deja fuera de juego. Lo que les faltaba. Con lo que ya sufren de soledad en sus «pisos de uno» con la compañía muchas veces de fondo de los programas de Telecinco. Carlos San Juan solo atinó con el grito del sentido común. No es mérito menor. Hoy llevará debajo de su brazo de llanero solitario las seiscientas mil firmas que ha recogido con ese lema que ya es bandera: «Soy mayor, pero no soy idiota». Las entregará en el ministerio y en varias entidades bancarias. También irá hasta el Banco de España. Su campaña con toneladas de sentido común ya había llegado al Congreso. Los partidos en seguida se dieron cuenta de que Carlos San Juan había dado con la tecla. En seguida se arrimaron. Son muchos votos los que hay detrás de todas esas personas a las que les cuesta un mundo hacer una operación en un cajero, cuando hay cajero.

Este valenciano lo explica muy bien: «Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo. Ahora casi todo es por internet». Dice que se cansó de hacer colas en los horarios reducidos que algunas oficinas ofrecían como mal menor. Que se hartó de observar cómo había otros que todavía lo pasaban peor que él.

Somos nuestros mayores. Sin ellos ni existiríamos. Tras los políticos, se han percatado de la necesidad de moderar el modelo digital para atender a este público, tanto los gobiernos como algunas entidades financieras. No sucede únicamente con los bancos. Hay miles de gestiones que están dejando fuera a las abuelas y abuelos de este país. Es increíble cómo hemos cambiado en décadas. No hace tanto ese entrañable empleado de la sucursal bancaria de tu calle era casi, o sin el casi, un miembro más de la familia. Lo sabía todo de las cuentas de tus padres. Se sabía de memoria los nombres de los hijos, sus cartillas infantiles. El trato era el cariño. Lo que pide Carlos San Juan y sus seiscientos mil apoderados, ojo, que votan, es que no se les cierren todas las puertas, que se suavice la brecha digital. Para un abuelo a veces lo más importante de la semana es sacar unos euros de ese cajero que estaba a su lado y que quieren cerrar con el fin de darle la paga a su nieto. Es el momento más feliz de su semana. No se lo podemos hurtar.