Bombazo de Microsoft

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

CARLO ALLEGRI | Reuters

20 ene 2022 . Actualizado a las 08:41 h.

La semana pasada hablaba en esta columna sobre el diseño de videojuegos, de que no era un juego de niños y de la relevancia que esta industria había adquirido a nivel planetario. Anteayer, Microsoft protagonizó la mayor operación en la historia de este sector al comprar el estudio Activision Blizzard, dueño de franquicias como Call of Duty, Guitar Hero, World of Warcraft, Candy Crush Saga... Es un bombazo, una noticia que ha copado las portadas de las secciones de economía —no las de entretenimiento— de los medios de comunicación más importantes de todo el planeta. La cifra es una burrada, 70.000 millones de dólares, más de 61.500 millones de euros. Para que se hagan una idea, Facebook pagó por WhatsApp 22.000 millones de dólares en el 2014. Para ponerla en contexto hay que situarla al lado de operaciones como la compra de 20th Century Fox por Disney en el 2017 (71.300 millones de dólares) o la de la petrolera Mobil por Exxon (74.320 millones de dólares) en 1999.

¿Por qué Microsoft hace una apuesta tan fuerte? La compañía liderada por Satya Nadella lleva veinte años peleando en la guerra de consolas, desde que en el 2001 lanzara la primera Xbox. Ha ido siempre a remolque de Sony y su PlayStation, que generación tras generación se impone en el nicho de los dispositivos de salón, los pensados para jugar en el televisor principal del hogar (Nintendo va por libre, con su Switch híbrida). Pero el que sigue, la consigue, y en Microsoft supieron ver hace un lustro cómo el mercado se estaba orientando a los servicios por suscripción; lanzaron GamePass, una especie de Netflix de los videojuegos, que por 10 euros al mes permite jugar a más de un centenar de títulos de todos los estilos y muchos de ellos triple A (los de máxima calidad). Solo con que un usuario comprase dos juegos al año ya le compensaría suscribirse; por ejemplo, la versión básica de Forza Horizon 5 cuesta 60 euros y en GamePass está disponible desde su estreno.

Para alimentar este catálogo Microsoft necesitaba juegos y por eso adquirió estudios como Playground y Bethesda, y ahora Activisión Blizzard. Y ojo, porque la crisis de los microchips ha hecho que la PS5 esté casi agotada y Sony haya vuelto a fabricar la PS4, mientras la Xbox Series S está arrasando.