Dos mil horas de lava

Santiago Garrido Rial
santiago garrido PICO DE MEDA

OPINIÓN

CÉZARO DE LUCA

27 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Una declaración institucional y solemne, casi un certificado geológico de defunción, acaba de poner fin a dos mil horas de actividad del volcán aún sin nombre de La Palma. Podría recordarse en una lápida en el cementerio arrasado de Las Manchas (Los Llanos): «Erupción de La Palma: 19-9-2021, 13-12-2021. Nunca te olvidaremos, eso ya es imposible». 

La erupción de Cumbre Vieja en El Paso, de 85 días y 8 horas, ha sido la más destructiva del último siglo en Europa, la más narrada, la más fotografiada, la más escaneada con centenares de vuelos diarios de drones, la mejor vigilada y controlada: frente al poder del volcán, el de la ciencia. Un trimestre de datos intensos que ya llenan un diccionario enciclopédico. Algunos: más de 200 millones de metros cúbicos emitidos por sus seis cráteres, con columnas de humo de hasta ocho kilómetros; coladas de hasta 70 metros de alto, nueve mil terremotos, un terreno nuevo sobre el mar de casi cincuenta hectáreas con playas negras nuevas que en pocos años serán atracciones turísticas.

Pero ese volcán aún no bautizado, ni siquiera ese día de Navidad elegido para darle el cierre, lleva en su lava los nombres de las más de siete mil personas desplazadas de sus hogares del Valle de Aridane. Buena parte de ellas, ya sin sus casas para siempre; sin sus cultivos, sobre todo de plátanos; sin sus espacios de referencia vital: plazas, comercios, carreteras, todo ese patrimonio material e inmaterial que también forma parte del armazón de la vida. A ellos sobre todo va dirigida la palabra «reconstrucción» que es la que más se escucha y la prioridad de las Administraciones, con muchos millones prometidos.

Hay mucho que hacer en esta parte de La Palma centrada en El Paso, Los Llanos y Tazacorte (tres de los 14 municipios de una isla equivalente en superficie a Bergantiños) en la que además estos días azota la caída del turismo, el insólito crecimiento del covid o las dudas sobre las exportaciones plataneras, producto en el que se basa su PIB. Es su nuevo panorama, ya sin lava manando, oscuro como el de esa lluvia de arena negra (sí, arena más que ceniza) que algunos días cortaba la visión a pocos metros.