Algo de luz sobre el precio de la luz

Manel Antelo PROFESOR DE ECONOMÍA DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO

OPINIÓN

17 dic 2021 . Actualizado a las 09:03 h.

Casi toda la electricidad que consumimos se compra en el mercado mayorista eléctrico. Hubo un tiempo en que este mercado estaba regulado por el Gobierno, pero, desde que se liberalizó, el precio diario (incluso por tramos horarios) de la electricidad lo determina, a través de un mecanismo de subasta, la oferta y la demanda generadas para el día siguiente. Y dado que para alinear la oferta y la demanda se cuenta solo con los datos de los hábitos generales de consumo, los cuales son cambiantes, no resulta fácil predecir el precio de la electricidad. Por ejemplo, cuando se prevé un pico de consumo la subasta se encarece, lo cual acaba afectando al consumidor final.

Básicamente, el operador del mercado ibérico de energía es quien gestiona la compraventa de electricidad y elige el precio al que las empresas generadoras cubrirán la demanda que han estimado, y presentan, las comercializadoras. Como las generadoras tienen que cobrar lo mismo por toda la energía que producen, con independencia de si lo hacen con una tecnología u otra, el precio de la luz se corresponde con el de la última oferta presentada, la cual será siempre la más cara. Esto es lo que se conoce como subasta de precio único.

De forma resumida, las comercializadoras encargan la energía que (estiman que) necesitarán y las generadoras se ponen a producirla utilizando en primer lugar las tecnologías más baratas (las renovables y que no pagan derechos de emisión, como la eólica, la geotérmica o la nuclear). Si con ello se cubre la demanda encargada, el precio pagado por las comercializadoras será el precio más caro en la subasta. Ahora bien, si esta producción no cubre toda la demanda, las generadoras echan mano de tecnologías más caras basadas en el gas y que están obligadas a pagar, además, por las emisiones contaminantes. Y el precio que pagarán las comercializadoras por toda la electricidad que necesitan, desde el primer megavatio hasta el último, será el basado en estas tecnologías más caras.

Para completar la descripción, el lector se dará cuenta de que la factura que los consumidores finales pagan por la electricidad subirá o bajará en función del resultado de la subasta eléctrica, es decir, de lo que hayan pagado las empresas comercializadoras en el mercado al por mayor.

Al margen del ajuste impositivo, la factura para el consumidor final podría abaratarse modificando las reglas de funcionamiento del mercado mayorista. Concretamente, pasando de la subasta de precio único a una de precios múltiples, en la cual cada bloque de energía producida con una determinada tecnología se pagase en consonancia con los costes que conlleva dicha tecnología. Con las actuales reglas sucede que si, por ejemplo, el 95 % de la energía demandada en un determinado momento se obtiene con las tecnologías más baratas y el 5 % restante con las más caras, el 100 % de la electricidad tendrá el precio más caro. Algo que parece poco razonable.