Guido Russo, ese optimista

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

M.Moralejo

05 dic 2021 . Actualizado a las 10:08 h.

Desde la perspectiva de los que suelen ver el vaso siempre medio vacío y apostarían, además, a que el agua no es potable, resulta inevitable contemplar con envidia a los optimistas por naturaleza. Vaya por delante toda la admiración hacia aquellos que cabalgan sobre la frase «¿qué puede salir mal?» como si fuera su particular Rocinante. Pero, como en todo en la vida, hay categorías. Castas. Variantes. O sabores. Guido Russo es un optimista, pero de otra pasta. Impulsado por sus quintales de pensamiento positivo, este italiano se acercó a su centro de vacunación convencido de que iba a salir de allí sin pinchazo, pero con el pasaporte covid. Confiaba en conseguir la cuadratura del círculo gracias a un plan sin fisura: plantar ante la jeringuilla de la sanitaria de turno un brazo de silicona. Un plan sin fisuras. Hasta que se topó con la enfermera Filippa Bua, una mujer harta de soportar los lloros (literal) y quejas de los antivacunas a última hora. Y Guido cayó con todo el equipo. Lo que parecía una hazaña del héroe antivacunas, que presumía en su consulta de dentista de no exigir el certificado covid, acabó en denuncia y ridículo. Pero resulta que, según un estudio elaborado por el centro de investigación Censis, hay cerca de tres millones de italianos que seguramente apoyan a Russo en público o en privado. No es que cuestionen las vacunas, es que creen que el covid-19 no existe. No estaría mal que, cuando uno de ellos enferme de forma grave debido al virus, el médico le insistiera: «Circule, que no tiene nada, usted mismo lo ha dicho». El que escribió aquella canción del «tú que te mereces, un príncipe, un dentista» no tenía en su radar al amigo Guido y ese brazo que no da a torcer, porque es de silicona.