«La casa de papel»: El fin de la españolada

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

TAMARA ARRANZ / NETFLIX

05 dic 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

Vértigo. Eso fue lo que sintieron los creadores de La casa de papel la primera vez que se sentaron en el set de rodaje frente a un grupo de actores enfundados en monos rojos, con las caras tapadas por caretas de Dalí y con un M16 en la mano. Y la incredulidad de pensar que aquella idea excéntrica que estaba escrita sobre el papel iba a convertirse una serie para el horario de máxima audiencia de Antena 3. Ahora que las plataformas deslumbran tanto que incluso se convierten en asunto de estado, es justo recordar que la cadena de Atresmedia fue la primera en apostar por aquella ficción rompedora con aspiraciones cinematográficas que aniquilaba los tópicos vigentes en el audiovisual patrio. Aquellos que juzgaban imprescindibles las tramas con un fondo de buenismo, con jóvenes, abuelos y niños para arremolinar a la familia en el sofá. Tal vez por eso el espectador generalista se desentendió de aquellos iconos pop, amagos de Robin Hood que se revolvían contra el sistema. A La casa de papel el éxito le llegó con Netflix, que tan solo tuvo que comprarle el billete para dar la vuelta al mundo con su motor de gran cilindrada. Así, sin publicidad y en apenas un par de meses, la serie explotó en todo el planeta y generó un público creyente que la adoró con fe casi religiosa. El mismo que hoy llora el final de la ficción que sacudió complejos y firmó el acta de defunción de la españolada.