No hay pan para tanto título

Alfredo Reguera ECONOMISTA

OPINIÓN

21 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos últimos meses no hemos parado de leer en los medios cosas como: «no hay suficientes camareros» o «la falta de transportistas va a provocar una crisis de suministros». Noticias bastante sorprendentes teniendo en cuenta el elevadísimo nivel de desempleo que sufrimos. Muchos achacan estos fenómenos a la baja cualificación o a los bajos salarios, ¿pero realmente es así?

 Respecto al primer punto, sería precisamente al contrario, la excesiva cualificación. Y es que durante muchísimos años (y muchas veces aún hoy), en España todo lo que no fuese ir a la universidad era visto como un fracaso, lo que ha provocado unas tasas de estudiantes universitarios enormes y totalmente alejadas de la realidad del mercado laboral, creando verdaderas burbujas de graduados en educación superior. Para que se hagan una idea, solo en Madrid hay más abogados que en toda Francia, un sinsentido a todas luces. Este hecho impulsado por la «titulitis» existente, nos ha dejado un panorama desolador, jóvenes con varias carreras y másteres en el paro o en el Burger King, mientras que trabajos esenciales se quedan sin cubrir por falta de personal.

Hace unos pocos años, un ministro de Educación ya alertó sobre esta situación y llamó a reducir la tasa de universitarios en favor de otras opciones como la FP, pero fue tachado de querer acabar con la universidad y con la educación en general, (el populismo de siempre) por buena parte del lobi mediático y la idea fue abandonada. La realidad es que ante el protagonismo de la universidad, el resto de opciones como la FP, han quedado siempre en un segundo plano, a diferencia de Alemania, por ejemplo, afectando notablemente no solo a su prestigio, sino seguramente también al nivel de estas.

 En cuanto al segundo punto, los salarios, poco hay que decir, es simplemente la ley de la oferta y la demanda. Si en algunos sectores se empiezan a demandar trabajadores, por encima de la cantidad de estos, que ofrecen dichos demandados servicios, los salarios tenderán a subir hasta que la oferta toque con la demanda. El ejemplo que todos recordamos es el del bum de la construcción, cuando la demanda de peones, albañiles… superó con creces la cantidad de trabajadores que ofrecían esos servicios, y el sueldo de estos se disparó, hasta cifras impensables tiempo atrás.

Con todo esto y sin que el modelo educativo haya cambiado en absoluto, parece que en los próximos años no vamos sino a seguir observando este tipo de fenómenos, donde veamos a trabajadores sobrecualificados, en una cantidad totalmente inasumible por el mercado de trabajo y por tanto, o bien en paro, o bien con sueldos miserables. Mientras, los trabajos que antaño se veían como menos prominentes, véase fontaneros, electricistas… tendrán trabajo casi asegurado, con una remuneración muy alta, ante la gran demanda de ellos (cada vez somos menos «manitas») y la poca oferta existente, haciendo incluso que muchas veces exista escasez de este tipo de trabajadores.

En resumen, por si algún padre o madre nos está leyendo: el mundo laboral se ha dado la vuelta. Que su hijo le diga que no quiere ir a la universidad y que quiere estudiar una FP o algo del estilo, para trabajar en lo que los británicos denominan trabajadores blue collar, no debe de ser un drama, sino todo lo contrario. Ya que es muy probable que se enfrente a una vida laboral, hoy por hoy, bastante más esperanzadora que si le dijese que quiere ser abogado, periodista o economista.