Huelga contra el desprecio

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Xaime Ramallal

19 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los casi cien mil habitantes de A Mariña lucense acaban de protagonizar esta semana una exitosísima jornada de huelga general, a la que fueron convocados por el incierto futuro ante el más que previsible desmantelamiento de las escasas industrias que permanecen activas. Los anunciados cierres de Alcoa en San Cibrao y Vestas en Viveiro son las gotas que colmaron el vaso.

La protesta se llevó a cabo por «la pobreza, la desertización industrial y el despoblamiento». O lo que es lo mismo, por el abandono, la desconsideración y falta de respeto a la ciudadanía por parte de unas clases dirigentes que han estado esquivando la situación y jugando con el futuro personal y profesional. Todos, sin excepción.

Porque las ofertas y promesas de solucionar las carencias, incluso básicas, de esta amplia comarca gallega, han sido tan numerosas como las de los bazares chinos. E igual de solventes. Presidentes autonómicos, ministros, conselleiros, aspirantes a diputados, cuneros, allegados, adjuntos y lazarillos llevan tiempo moviéndose por la zona ofreciendo soluciones y reclamando la intervención del contrario, aprovechándose del estado de incertidumbre y decaimiento de los mariñanos. Incluso después de la protesta siguen instalados en el cruce de acusaciones y de exigir responsabilidades.

Resulta imposible relacionar a todos los que llevaron a la comarca a esta situación. Desde los que obsequiaron a Alcoa con catorce centros de producción de aluminio por 410 millones, a quienes recalificaron terrenos, facilitaron suelo y concedieron subvenciones a Vestas para que 23 años después cierre con el sólido e irrefutable argumento dado a sus trabajadores y que resulta fácil de resumir: «Sois muy buenos y tenemos beneficios, pero esto se acabó. Cerramos la fábrica». Y entre unos y otros, los que no quieren ver el declive de una extensa comarca.

Las lecturas que se hacen de la jornada de protesta son para todos los gustos, como siempre ocurre. Pero nadie llega a interpretar que en la protesta no está solo el desmantelamiento industrial de A Mariña. Está también el desprecio absoluto a cien mil gallegos por parte de quienes nos guían.