El control del Sintrom

Rosendo Bugarín González MÉDICO DE FAMILIA DE MONFORTE DE LEMOS

OPINIÓN

Santi M. Amil

10 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El acenocumarol, conocido comercial y coloquialmente por Sintrom, es un medicamento anticoagulante oral. Es decir, tiene como función evitar que se formen coágulos en los vasos sanguíneos y, por ello, el riesgo que lleva aparejado es que se puedan producir hemorragias. Es eficaz y seguro, pero tiene dos problemas: por un lado, su dosis tóxica es muy cercana a su dosis terapéutica, y, por otro, interfiere con un gran número de medicamentos e incluso también con algunos alimentos.

Esto hace necesario llevar a cabo controles periódicos. Si todo va bien, con una frecuencia aproximadamente mensual y mediante un pinchazo en un dedo de la mano, para extraer una gota de sangre, analizaremos en escasos minutos el estado de coagulación y realizaremos el ajuste de la dosis.

Cuando empecé a ejercer, hace casi 35 años, este tratamiento estaba mucho más restringido, ya que eran muy temidas las posibles complicaciones hemorrágicas. Los candidatos eran pacientes muy seleccionados y el control se llevaba a cabo exclusivamente en los servicios de hematología, de tal manera que obligaba a acudir un mínimo de 12 veces al año a un hospital.

Con el tiempo fueron aumentado progresivamente los pacientes sometidos a esta terapia y se planteó la posibilidad de llevarla a cabo, tanto la extracción como la validación de la dosis, en los centros de salud, naturalmente con la supervisión de los hematólogos, para facilitar así la accesibilidad a sus usuarios.

Estos días los medios de comunicación se hicieron eco de que el Sergas prepara una instrucción que, con el fin de aliviar la congestionada agenda de los médicos de atención primaria, sea el personal de enfermería el que valide la pauta de forma automática (es decir, mantenga la misma dosis) a aquellos pacientes cuyo resultado analítico esté dentro de los niveles normales y remita al médico de familia únicamente los casos que estén fuera de rango.

Toda propuesta en este sentido me parece loable y necesaria. Hay que decir, además, que aún existen ligeras diferencias en el procedimiento según las diferentes áreas sanitarias, por tanto esta homogeneización contribuiría a disminuir la variabilidad. Sin embargo, a falta de leer dicha instrucción, se me plantean básicamente dos dudas. La primera y más importante es si una hoja con una dosificación para las próximas cuatro semanas se puede considerar una prescripción farmacológica, he de reconocer que no lo tengo claro; ante este supuesto, solo podría llevar a cabo la validación un facultativo. La segunda es que nos va a originar a los médicos de familia consultas no programadas, fuera de agenda y, por lo tanto, sobrecargas, en cuyo caso no cumpliría el objetivo deseado.