El gafe de Pablo Casado

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

OPINIÓN

J.J. Guillén

11 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Convertirse en invitado de Pablo Casado ha pasado a ser sinónimo de mal fario. Véase si no la secuencia de los hechos. Foto con Nicolás Sarkozy 24 horas después, el expresidente francés es condenado por usar fondos ilegales en su campaña electoral en la segunda reprobación judicial a sus métodos que parece que no será la última. Al día siguiente, retratito con el nobel Mario Vargas Llosa, que a las pocas horas admite tener una sociedad en el paraíso -fiscal y terrenal- de las Islas Vírgenes después de salir en los papeles de Pandora junto a otros ilustres como los separatistas Pep Guardiola o Víctor Grifols. El último sufridor de la maldición ha sido el joven primer ministro austríaco, Sebastian Kurz. Considerado el niño prodigio de la derecha europea y capaz de pactar con la ultraderecha o los verdes a conveniencia, el joven político se ha visto salpicado por un caso de corrupción -de unos doscientos mil euros para comprar artículos elogiosos- en su propio país apenas una semana después de testificar públicamente su apoyo al líder del PP español.

Casado ve así diluido el efecto de sus padrinos internacionales en una convención que selló la unidad teórica de su partido en el inicio de un larguísimo ciclo electoral. Es cierto que ya (casi) nadie discute que será el candidato frente a Pedro Sánchez, pero nadie tiene claro qué receta ofrecerá el Partido Popular para solucionar los problemas que padecen millones de españoles y para los que tampoco parece tener respuesta el PSOE más allá de una sucesión de cheques regalo y recetas «made in Zapatero» que ya veremos quién paga.

Porque el verdadero asunto del que deberían estar hablando nuestros dos principales líderes políticos sigue siendo el elefante en la habitación que no quieren ver. ¿Seguro que nadie se va a quedar atrás en una recuperación que, a pesar de los eslóganes, nos dice que la pobreza ya afecta al doble de personas que en el 2008, según el informe anual de Cáritas? ¿Qué piensan hacer Sánchez y Casado, junto con sus respectivos cerebros económicos, para bajar el precio de la luz, el gas, la gasolina y el resto de productos que son imprescindibles para que cualquier persona pueda vivir con un mínimo de dignidad y cuyas subidas no se arreglan con un parche salarial que además estrangula a los pequeños empresarios y a los autónomos? ¿Cómo vamos a combatir el fracaso escolar y la adaptación de nuestros jóvenes al mercado laboral del futuro si seguimos premiando el fracaso en las aulas bajo el criterio del aprobado general para no crear traumas a nuestros estudiantes?

Son apenas tres cuestiones de las muchas que se pueden escuchar en cualquier sitio de España mientras nuestros gobernantes emplean su tiempo en descalificaciones de patio de colegio. Un y tú más tan poco productivo que les debería hacer pensar si es justo el generoso salario que reciben -ellos y su legión de asesores- para largarnos una sucesión de tópicos y lugares comunes en los que a muchos nos cuesta vernos cada vez más. Ojalá Casado encuentre el antídoto a su gafe y le pase una dosis a Sánchez, que también tiene el suyo propio.