Un servicio público que no lo es

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

PEPA LOSADA

29 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuela Carmena, que dedicó toda su vida a la judicatura y que algo debe saber de esto, dijo que la justicia ha de ser «el servicio público que precisa la gran mayoría de ciudadanos para resolver sus litigios, basados en los derechos y obligaciones». Y no lo es. Reconozcámoslo. Porque a día de hoy camina muy alejada de los ciudadanos y porque no es la prestación que todos queremos y precisamos. Ni la que pagamos.

Acabamos de tener -en Galicia concretamente- un nuevo ejemplo con la decisión de un juez ratificando el archivo de la causa instruida por la publicación en Internet de imágenes grabadas con cámaras ocultas, y por tanto sin su consentimiento, a 87 mujeres mientras orinaban en un callejón de San Cibrao. Fue en el verano del 2019 y participaban en la fiesta de A Maruxaina. Su señoría ha dicho que con la actual legislación no se aprecia delito contra la integridad moral. Lo contrario de lo que piensa la Fiscalía.

Si ya difícil resulta imaginar a unos idiotas grabando a escondidas de madrugada situaciones como las referidas, más lo es pensar que puedan quedar sin un correctivo. Porque así lo entienda la doctrina o porque los jueces lo decidan. Lo mismo tiene.

La conclusión es que se abren las puertas a que las multitudinarias fiestas veraniegas se llenen de cretinos salidos a los que les resulte divertido ver orinar a unas mujeres en la oscuridad.

Si la situación es impropia de un país democrático y del primer mundo lo es también la resolución judicial. Porque la Justicia debe caminar por delante de las necesidades de los ciudadanos. Y marcarles el paso. Y decirles lo que es correcto, o no. Pero, sobre todo, tiene que tener un firme compromiso con los derechos y libertades de la sociedad a la que sirve. No parece el caso.

Por este mismo motivo, el sobreseimiento provisional dictado es una humillación más a quienes se sintieron ya vejadas y ultrajadas por ver cómo su intimidad circulaba libremente por las redes sociales. Se supone que para disfrute y deleite de anormales sexuales. Con imágenes captadas con nocturnidad, premeditación y alevosía que quedarán sin castigo. Porque lo ocurrido en San Cibrao es otra agresión llegada desde los tribunales como las de las manadas o las violadas que lo fueron por provocar.

Estamos empeñados en situar a la mujer -aunque por lo visto no lo estamos todos- en el lugar que le corresponde en este siglo que nos tocó vivir, pese a que los obstáculos son demasiados. Y para ello necesitamos empezar por contar con otra justicia para esta sociedad nueva que tratamos de crear. Porque estoy convencido de que no seremos capaces de avanzar si no disponemos de una jurisprudencia acorde con los tiempos que vivimos. Una jurisprudencia que no consiga mear sobre unas mujeres que orinaban a escondidas en un callejón de San Cibrao.