La refriega del agua

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Carlos Castro

08 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El vaciado de embalses en Galicia, en el peor momento y de la peor forma posible, ha dejado paso a una refriega. Como era previsible. Una agarrada, como otras muchas a las que nos tienen acostumbrados, en la que lo único que interesa es liberarse de la responsabilidad de una negligencia. Sea de quien sea, o de ambos.

Ahora sabemos -según nos cuentan- que se comunicó con antelación que los embalses iban a quedarse pelados; que todos eran conocedores de la operación y que nadie movió un dedo por evitarlo. Unos porque no debían de tener un especial interés y otros porque dicen que carecen de competencias para frenar tal disparate. Y, para cubrirse las espaldas, anuncian sanciones a las compañías hidroeléctricas que tendrán que quitar para hacer frente a la multa 100.000 euros de los miles de millones que se embolsaron. En definitiva, el 0,002% de los beneficios. Un palo tremendo.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), 2.200 millones de personas, lo que viene a ser prácticamente un tercio de la población mundial, no tiene acceso al agua y se calcula que en torno a 800.000 ciudadanos de países pobres mueren al año por falta de higiene y agua adecuada. Y ayer nos informaron de que los elefantes se mueren de sed en África y que las Tablas de Daimiel están peor que Belesar. Que ya es decir.

Pero como aquí hidrológicamente somos ricos -solamente hidrológicamente, recalquemos- pues despilfarramos el agua aunque sepamos que su carencia acabó a lo largo de la historia con civilizaciones enteras.

Por eso la discusión que hay que plantear no es quién debía de haber evitado el despropósito de los embalses gallegos, aunque también, sino de quién es el agua que manejan a su antojo. Lo que nos preocupa es saber a quiénes entregamos la gestión de uno de nuestros bienes fundamentales, necesarios y cada día más escasos. Y cómo lo administran. Nos interesa conocer si actúan con la responsabilidad y el rigor que una riqueza propiedad de todos nosotros, requiere.

De momento seguirán discutiendo para ocultar las incapacidades. Pero lo ocurrido es lo suficientemente grave para cambiar las reglas de juego.

La gran riqueza de Galicia no puede estar en manos de unos codiciosos que la utilizan en beneficio propio. Porque alguien les dijo y se lo puso por escrito que eran amos y señores de todo aquello. Ni tampoco pueden actuar en beneficio propio. A no ser que les dejen. Que es lo que pasa.