Turismo fuera de control

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Carlos Castro

12 may 2022 . Actualizado a las 11:31 h.

Ahora vendrán los balances que nos venderán euforia, entusiasmo y cifras récord. Récord de visitantes, de ocupación, de pernoctaciones, de reservas y de viajeros. Y es que, efectivamente, la campaña turística ha sido un éxito en Galicia y en toda España, por las limitaciones para viajar a otros países y el temor a verse inmersos en una cuarentena. Estuvimos desbordados.

 Pero existe otro recuento que no nos van a hacer y que sin embargo deberíamos tener en cuenta. En el que hay que anotar los coches invadiendo espacios públicos y las autocaravanas aparcadas en jardines, dunas protegidas, puertos y aceras, lejos de sus estacionamientos. Con la incapacidad de la mayoría de concellos para hacer frente a una población que se triplica en horas y que colapsa los servicios de sanidad, agua y residuos. Un deterioro, cuando no destrozo, del patrimonio natural, histórico y cultural. Una invasión de turistas irrespetuosos y sin modales.

Así que, una vez celebrado el éxito, deberíamos empezar a hablar del modelo turístico que tenemos. Y del que queremos. Si apostamos por este turismo low cost, desbocado y fuera de control, o si lo que nos interesa es uno menos masificado y degradado. Si queremos que las Rías Baixas, Compostela y A Mariña sigan siendo lo que son o pretendemos convertirlas en otras Marbella o Magaluf.

El turismo es una actividad económica y empresarial en el que hay que hacer balance de ingresos y gastos. Y daños. Y resulta muy cuestionable que el que tuvimos este verano tenga la rentabilidad mínimamente exigible. La saturación y los comportamientos irrespetuosos, por no decir groseros, con el territorio, el patrimonio y sus habitantes deben servirnos de advertencia para lo que se nos puede venir encima. Antes de que ocurra como en Cantabria, Barcelona, Andalucía o Extremadura, donde ya comienzan los movimientos ciudadanos exigiendo control y regulación.

Hay que equilibrar los intereses económicos con la defensa del país. Ahora que tanto hablamos de lograr una sociedad sostenible y respetuosa con el entorno y la historia, hemos abierto la puerta a un modelo turístico abusivo al que hay que poner coto. A no ser que copiemos el modelo Jesús Gil y Gil.