Desayuno de campeones

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

RUNGROJ YONGRIT

04 ago 2021 . Actualizado a las 10:15 h.

Los Juegos Olímpicos más anómalos de la historia ofrecen en este año no bisiesto el espectáculo de poder amanecer cada día con el desayuno de los campeones. Ellos ponen el esfuerzo mientras tú desayunas. Como ocurre cada vez que el huso horario cae a desmano, la mejor oferta televisiva de estas jornadas de verano se desarrolla por las mañanas, en algún momento entre el primer café y la hora del aperitivo en función de los biorritmos de cada cual. Entre tostada y tostada, unos saltos de trampolín, un partido de waterpolo, unas barras paralelas. Un hipnótico repertorio de deportes invisibles sale a la luz en un prime time solo al alcance de veraneantes ociosos.

Pero el aura de desafección que este año generan los juegos olímpicos no responde solo a los desajustes del reloj. De todos aquellos augurios visionarios que se hicieron en Maracaná durante la clausura de Río 2016, con un primer ministro de Japón disfrazado de Mario Bros, solo quedó una deslucida ceremonia inaugural que se ejecutó como un trámite obligatorio y difícil a los pies de un monte Fuji de cartón piedra. De aquella alta tecnología prometida hace cinco años solo se materializó la pirotecnia digital de un ejército de drones que hizo que la Tierra sobrevolase el cielo del estadio. Para todo lo demás, la atípica fiesta de Tokio demostró que, por ahora, el futuro debe esperar.