¿Volver al bipartidismo?

Nieves Lagares
Nieves Lagares MIEMBRO DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

31 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El intento de reconducir el multipartidismo actual al tradicional bipartidismo imperfecto de nuestro sistema empieza a ser una obsesión para estrategas y analistas. El problema de España reside en que a la existencia de la dimensión izquierda-derecha se le superpone la dimensión identitaria, en sus diversas versiones nacionalistas; y sobre ambas, emergen diversas lógicas estratégicas que permitan que los partidos incorporen cada dimensión ya como tema de campaña ya como clivaje, fractura estructural, que incide en el comportamiento de los electores.

Casado siempre ha tenido entre sus objetivos la reunificación de la derecha, porque sabe que fruto de estas dos dimensiones, en el modelo bipartidista el PP tenía una base de votos más sólida que el PSOE. Efectivamente, cuando el PP salía a competir en el modelo bipartidista partía de nueve millones de votantes, mientras el PSOE tenía un suelo, que no superaba en ningún momento los siete millones y medio. Pero el PSOE podía llegar a once millones mientras al PP le costaba superar los diez.

Frente a aquel escenario simple, en el que un líder como Rajoy podía ganar las elecciones sin que su liderazgo aportase apenas votos a la ecuación, hoy ningún partido puede ganar sin que su liderazgo aporte votos, porque en su espacio hay otros liderazgos que tiran de los votantes, y eso para Casado supone un problema.

González, Zapatero y Sánchez tenían una cosa en común, liderazgo; Almunia y Rubalcaba eran enormes políticos pero no tenían liderazgo; en la izquierda nunca se pudo ganar sin liderazgo; en la derecha Aznar tenía liderazgo, mucho más después de ganar; Rajoy no lo tuvo nunca, pero ganó.

La izquierda fue siempre un polo, no solo un partido. Para conseguir once millones de votos Zapatero contó con uno de los mayores niveles de participación electoral y con la reducción de espacios de los nacionalismos y de las otras izquierdas, las dos dimensiones; pero además tuvo que ganar el votante de centro. En la actualidad esa concentración de voto es prácticamente imposible.

Ahora la derecha es también un polo, pero la posible desaparición de Ciudadanos, que ha conducido a los votantes de centro a la derecha, hace que Casado tenga la esperanza de volver a concentrar el voto de derechas bajo un solo paraguas, como antaño. Primero Galicia y ahora Madrid le han dado muestras de que la unidad de la derecha es posible.

No es un problema de bipartidismo o «duopolismo»; el problema de Casado es que, desgraciadamente, en su polo, Abascal tiene algo que él no tiene, liderazgo.