El caché del famoseo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

E. Parra. POOL

30 jul 2021 . Actualizado a las 08:56 h.

Hoy se celebra en Salamanca la XXIV Conferencia de Presidentes. La cuentan así, en números romanos, para que parezca más solemne y respetable. Debería deducirse que, si hubo 23 anteriormente (perdón, XXIII), tuvo que haber otros tantos acuerdos o resoluciones; pero la memoria debe de ser frágil, porque no recuerda tantas; para ser justos, no recuerda ni diez. Bueno, tampoco recuerda tantas reuniones, salvo que consideremos Conferencias de Presidentes las 17 (perdón, XVII) que se efectuaron en el año de la pandemia, casual y pintorescamente antes de dar paso a la cogobernanza.

Lo que sí recordamos perfectamente es quiénes se negaron a asistir a esta asamblea. Los recordamos tanto, que no hace falta ni nombrarlos. Jordi Pujol y José Antonio Ardanza inauguraron estas ausencias cuando solo eran reuniones de presidentes en el Senado y no figuran en la contabilidad romana de las conferencias. Después siguieron el desplante un fugado de la Justicia que se llama Puigdemont y otro catalán llamado Torra, que sí estuvo en las conferencias telemáticas de la pandemia, quizá porque los confinamientos no le permitían opciones más entretenidas, o quizá porque, al ver a otros presidentes a distancia, don Quim no se contaminaba del virus de españolismo que se percibe en esas concentraciones.

Lo realmente sugestivo es lo de Urkullu, lehendakari del Gobierno vasco. ¡Qué arte! ¡Qué sentido comercial de la política, el suyo, el de su partido y el de su grupo parlamentario! Llega una ocasión, por ejemplo los Presupuestos del Estado, les ponen precio como si se tratara de una subasta y obtienen del Estado lo que buscan. Y la Conferencia de Presidentes es para el lehendakari como la asistencia al consejo de administración de una gran empresa: se cobran dietas. Mejor dicho: es como los famosos y famosas, cuyos representantes negocian un precio por acudir a saraos, presentaciones y fiestas y tienen establecido un caché que, o se paga, o no hay famoso.

El caché del lehendakari, marca del PNV, es obtener una transferencia o un trato especial cada vez que el Gobierno central lo necesita. En la última Conferencia presencial el precio fue una mayor capacidad de endeudamiento del País Vasco. Por la de hoy se paga la recaudación autonómica de los nuevos impuestos, que se firmará también hoy mismo, en una reunión paralela de la Comisión Mixta del Concierto. Y así, tacita a tacita o partido a partido, el lehendakari va consiguiendo competencias y capacidad de autogobierno. Cuanto más los necesite el Gobierno central, más poder autonómico. Y lo que me empieza a parecer fantástico es que siempre tienen algo que pedir y siempre es posible darles satisfacción. El catálogo es interminable y la disposición favorable del Gobierno, impresionante. ¡Gobernabilidad, gobernabilidad, cuántas cesiones se hacen en tu nombre! Y los catalanes, sin aprender…