El espectáculo del tráfico

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Eduardo Parra

04 jul 2021 . Actualizado a las 18:05 h.

Yendo de Madrid a Majadahonda (a unos veinte kilómetros) para asistir a una comida de amigos, he podido observar el masivo flujo de coches que atiborraban la autovía A-6 (Madrid-Galicia), en lo que parecía la escenificación de una huida de los calores capitalinos y, sobre todo, de los malos recuerdos de la pandemia, con un virus que nos convirtió en prisioneros en nuestras propias casas. No veía las personas que iban en los coches, pero era capaz de adivinar sus sensaciones de superación y de recuperación de una alegría perdida en meses de enclaustramientos familiares o clínicos. Sin verlos, percibía su alegría, la de todos, porque seguro que compartían sensaciones y, aunque los atascos de salida los frenaban, ellos ya habían sentido el olor del mar y el gusto de los platos anhelados. Y tal vez algunos se preguntasen si todo podría volver a ser como antes del mal. Miraba sus caras a mi alrededor y las veía alegres y confiadas.

Esto me hizo pensar que estábamos de vuelta de un lugar al que no habíamos querido ir y que un tipo cualquiera (tal vez Henry David Thoreau) nos daba un consejo sabio: «Ve definitivamente en la dirección de tus sueños. Vive la vida que imaginaste tener». Porque tal vez ahora se abre ese camino, para dejar el tiempo de los lamentos. Y muy probablemente iremos descubriendo que, a pesar de todo, hemos sabido conservar nuestros sueños, que emergen de nuevo, cuando quizá ya temíamos haberlos perdido.

Observé con asombro las espesas filas de coches que salían de Madrid a poca velocidad, ordenadamente, cumpliendo con las normas, y pensé que quizá de todo esto saldremos más disciplinados y respetuosos. Alguien dijo: «Si lo puedes soñar, lo puedes lograr», porque tal vez es verdad que hemos sabido conservar nuestros sueños. Y porque el éxito quizá no se mide por lo que conseguimos, sino por los obstáculos que hemos superado. Yo los miraba y los admiraba: serenos, tranquilos, atrapados en un avance lento… Quizá alguno de ellos le había oído decir a H. G. Wells: «Si caíste ayer, ponte en pie hoy». Y todos se me figuraron caminantes de un futuro que ya ha empezado. Pero ¡cuidadín!