Sobre osos y lobos

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

23 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Un reciente incendio en las proximidades de Ferreirós de Abaixo, en el Concello de O Courel, ha calcinado 200 hectáreas. El fuego viene a unirse a otros dos que esta primavera quemaron en torno a 300 hectáreas al norte de la aldea de Meiraos. No existe duda alguna de que los incendios fueron provocados y, como otras veces, se han relacionado con el descontento con la actual gestión de especies como el oso y el lobo.

Pues bien, el censo ganadero del concello cifra el número de cabezas de vacuno en torno a las 900, que se concentran en la parte alta de O Courel. Las vacas en la zona baja de la sierra, en donde se ha producido el reciente incendio, son prácticamente una especie en extinción, por lo que la probabilidad de encuentro con un lobo es inexistente. No tengo los datos concretos, pero la cifra de daños tiende a cero.

En el caso del oso el problema sería el daño a las colmenas, estas sí frecuentes en las zonas por debajo de los 600 metros de altitud. En el territorio del Life Oso Courel hay en torno a 140 colmenares en el conjunto de concellos afectados; todos tienen derecho a indemnizaciones por daños en las colmenas siempre que su situación esté regularizada. Como en el caso anterior no existen datos claros de los incidentes, pero, si seguimos las informaciones de la prensa, cada año menos de media decena de colmenares se verían afectados en el concello citado.

Así las cosas, con los datos disponibles no existe razón objetiva alguna para culpar al oso, al lobo y a los conservacionistas de los incendios y sí, por el contrario, para llamar la atención sobre una especie de nuevo relato que se ha creado en muchas áreas rurales en contra de la conservación y gestión de las especies protegidas y que se basa en la idea de que «nadie de fuera debe decirnos lo que debemos hacer, y si no, plantamos fuego».

Es verdad que la falta de programas de sensibilización ambiental y la ausencia de empatía de gestores, técnicos y ecologistas con la población local contribuyen a esta situación, pero esto no justifica semejante insensatez. Ni la despoblación, ni la falta de servicios y empleo en el medio rural tienen nada que ver con la conservación de la biodiversidad, muy al contrario: hay buenos ejemplos de la mejora de estos indicadores en muchos territorios.

Tal como yo lo veo, y sé que los osos no van a misa, lo de prender fuego al bosque porque no estamos de acuerdo con una medida de conservación es como si al prohibirnos aparcar en el casco antiguo de nuestra ciudad quemáramos la catedral o el ayuntamiento. ¿Les parece razonable? Pues no me cabe duda de que los lectores pensarán ahora lo mismo que deben de estar pensando osos y lobos.