A las doce en cama

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

13 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cumplir con el deber es ingrato a veces. TVE asumió desde el confinamiento la misión de obrar de forma razonable y empezó a emitir sus programas nocturnos a las horas que dicta la lógica. La idea sonaba bien sobre el papel. Series que empiezan poco después de las diez y acaban antes de la medianoche, MasterChef aparte; un plan en apariencia perfecto para quienes madrugan al día siguiente. El resultado, sin embargo, ha resultado ser demoledor. La 1 suma varios meses con sus cifras de audiencia por el subsuelo, con mínimos históricos en algunos casos. Un baluarte como Cuéntame cómo pasó despidió hace un mes su temporada menos vista. Esta misma semana Estoy vivo cerró una entrega que fue cuesta abajo en las emisiones convencionales, aunque se sitúa entre lo más visto en diferido de las cadenas generalistas.

Más allá de otras consideraciones que hayan podido centrifugar a los espectadores, en TVE se asume que el desplome es consecuencia directa de haber adelantado el prime time. Saben que la gente ha ido abandonando la cadena pública, pero no ha sido precisamente para irse a la cama temprano, sino para sintonizar canales que bajan la persiana a las tantas. Aquella labor pedagógica que aspiraba a contribuir a la racionalización horaria y a europeizar los horarios de los españoles está cayendo en saco roto.