¡Tilonorrinco, espiritrompa!

Pedro Armas
pedro armas AL DÍA

OPINIÓN

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07 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras cursos de teoría, llegaron las clases prácticas del procés, con manifestaciones y cargas, que completaron la formación de los estudiantes mediante el método más eficaz: la experiencia propia. Habían repasado libros de texto en los que se decía que Cataluña y España eran naciones diferentes, el reino de Aragón era sustituido por la ficticia Corona catalanoaragonesa, aparecían los símbolos de Cataluña y no los de España, Cataluña era coloreada en los mapas y España no, se delimitaban unos imaginados Països Catalans, se citaba al Parlament y no al Congreso, se citaba al Govern y no al Gobierno, se decía que la lengua oficial de Cataluña era solo el catalán. 

Habían tenido maestros que adoctrinaban y maestros que no reinventaban ni la geografía ni la historia. La enseñanza no estaba en los libros, sino en la profesionalidad de los docentes.

Sin embargo, a ver quién explica ahora a esos estudiantes que Cataluña es imprescindible para España y viceversa.

En La lengua de las mariposas, película de Cuerda sobre relato de Rivas, el maestro don Gregorio (Fernán Gómez) aplicaba en su escuela unitaria el método de experimentación y observación, para que los estudiantes comprendiesen los conocimientos científicos y los valores democráticos. La trama transcurre justo después del alzamiento del 18 de julio de 1936, cuando los militares franquistas habían tomado las capitales gallegas y brigadas de falangistas salían a dar el paseíllo, entre otros, a maestros rurales que seguían métodos didácticos empíricos y laicos o que hablaban gallego a alumnos que hablaban gallego.

Moncho, el niño que no quería ir a la escuela, acabó adorando a don Gregorio. Al final, los falangistas se llevan al maestro en un camión, repleto de republicanos. Aterrorizada, la madre de Moncho le obliga a gritarle: «¡Ateo, rojo!».

Confundido, con lágrimas contenidas, el niño acaba apedreando y gritando al maestro: «¡Tilonorrinco, espiritrompa!». Deseaba el indulto, se inventaba el insulto.