Libertad de expresión: entre las fauces del poder

Claudia Luna Palencia
Claudia Luna Palencia POR LA ESPIRAL

OPINIÓN

VÍTOR MEJUTO

07 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacer periodismo en el siglo XXI ya es asunto de vida o de muerte. Parece que se ha retrocedido setecientos años, cuando el conocimiento, la investigación, los descubrimientos y la sabiduría en general tenían el cerrojo de la censura en manos del peor oscurantismo medieval. 

En la última década, de acuerdo con datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), un total de 888 profesionales de los medios de comunicación murieron por homicidio intencionado en el mundo como represalia por su trabajo informativo; eso implica, según dicho organismo, que «uno de cada cuatro días» durante ese lapso un periodista fue asesinado.

Y la irrupción de la pandemia tampoco ha contribuido a relajar los ánimos a favor de la libertad de expresión, en un momento crucial para investigar la fuente del SARS-CoV-2 que tantas suspicacias ha desatado a nivel global, para malestar de China, que ventila una versión oficial del origen del coronavirus.

La Unesco lamenta que el año pasado, en el ámbito internacional, un total de 59 periodistas perdiesen la vida -casi todos acribillados-, de los que cuatro eran mujeres; unos homicidios perpetrados, sobre todo, en América Latina y Asia Pacífico.

La pandemia ha exacerbado la persecución contra los reporteros, camarógrafos, fotoperiodistas y otros informadores asesinados fundamentalmente dentro de sus propios países y, en su mayoría, en zonas no de guerra o de conflictos civiles.

Desde la perspectiva de Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, la pandemia ha sido «la tormenta perfecta» porque ha afectado a la libertad de prensa en todas partes.

Los embates impunes contra los comunicadores debilitan la libertad de prensa en una coyuntura histórica que hace particularmente importante la información veraz: en el 2020 hemos sido testigos de la relevancia del periodismo para nuestras democracias y para la protección de los derechos humanos.

Hay que defender la información como un bien público. Proteger el periodismo es proteger la verdad; muchos profesionales han sido penalizados por denunciar fallas en la gestión de la crisis sanitaria por parte de las autoridades… estas condiciones hacen temer que la profesión desaparezca.

Cabe destacar que el año pasado no solo incrementaron los asesinatos contra los periodistas, también las detenciones, los encarcelamientos, la privación de la libertad, así como las amenazas, los acosos y despidos forzados para acallar su trabajo.

Las fauces del poder quieren cercenar la libertad de expresión, eliminar a los periodistas incómodos, para en definitiva dejar sorda, ciega, muda y maniatada a una sociedad que, hoy más que nunca, requiere de muchos valientes como Román Protasevich, Yamal Jashogyi o los españoles David Beriáin y Roberto Fraile, asesinados recientemente en Burkina Faso.