Perder el centro

Cristina Ares
Cristina Ares EN LÍNEA

OPINIÓN

Eva Ercolanese / PSOE

11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las elecciones a la Asamblea de Madrid han confirmado la tesis de la presidenta Ayuso resumida en la afirmación «Madrid es España», una democracia donde, excepciones aparte, se gana convenciendo al centro y se gobierna reteniendo al centro.

Doña Isabel ha ganado las elecciones a la Comunidad de Madrid porque las convocó para eliminar a su socio de gobierno, Ciudadanos, y lo hizo con maestría y precisión; conteniendo al mismo tiempo a Vox, partido que, con un 9 % en un escenario tan favorable para ellos como el de la capital, encontrará nuevos problemas de crecimiento. El tono de las felicitaciones de Monasterio y Abascal a Ayuso habla por sí solo del carácter esperado e inevitable de la derrota verde.

Derrota verde que no debe confundirse con la victoria de Más Madrid, actor que suma al tratar de consolidar un espacio político progresista propio, atractivo para jóvenes y profesionales, emulando a los partidos verdes crecientemente relevantes en distintas democracias europeas y que, tras las elecciones de despedida de Angela Merkel, en septiembre, quizá consigan convertir a Annalena Baerbock en la primera canciller ecologista de Alemania.

Pedro Sánchez, en cambio, sufrió una derrota de libro en las elecciones de Madrid. Para empezar, por querer jugarlas en primera persona, apoyando su nacionalización, elemento clave en la estrategia del PP. Mientras que Ayuso devoró a Ciudadanos, Sánchez permitió que Iglesias usase las elecciones a la Asamblea de Madrid para morir políticamente, golpeando más al PSOE.

Así, multiplicados por la fatiga pandémica, no solo pero también de los jóvenes, Sánchez vio los números, demasiado rojos, de la factura de su gran error estratégico desde las elecciones generales. El centro le dio la victoria para favorecer o al menos no impedir la marcha de la sociedad española hacia su futuro; inmediatamente después, el presidente se dejó arrastrar por unos socios pésimos. Ríanse de «comunismo o libertad». Ayuso lo vio claro y acertó simplificando a su favor un retrato bastante fiel del momento.

No obstante, Sánchez mantiene la iniciativa y, asistido por Bruselas, tiene margen para recuperar el centro. Sus peligros más evidentes son los cantos de sirena de distintas voces y medios afines, que parecen mantenerse en el error de ridiculizar a la presidenta madrileña. Ayuso no es Trump ni se le parece. Como se encargó de subrayar Casado tras su victoria, Isabel es puro PP, un partido europeo de centroderecha, afortunadamente para la democracia española bien aseado; no hay más que ojear a los conservadores británicos, con Johnson, para empezar a comparar y no parar.

En España, quienes sigan apostando por el liderazgo por encima del partido continuarán cometiendo graves errores; quienes jueguen haciendo más grande a su partido se mantendrán bien posicionados, confiando en la cabeza, cuidando el centro, «partido, partido, partido», como se ha ganado siempre.