¿Por qué no se solucionan de manera definitiva los problemas del Essure?

Francisco Almodóvar FIRMA INVITADA

OPINIÓN

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08 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Essure es un producto sanitario del grupo empresarial alemán Bayer. Se implanta en el organismo como anticonceptivo permanente. Está en contacto con el organismo y es de uso prolongado. Se clasifica legalmente dentro de la clase de mayor riesgo: clase III. Consta de una espiral autoexpandible de aleación de níqueltitanio (nitinol) que, en su interior, contiene fibras de polietileno tereftalato-dacrón (PET). Mide 4 cm de longitud y 0,8 mm de diámetro y se expande incluso 1,5-2 mm después de ser liberado del sistema de inserción. Las fibras de dacrón inducen un proceso de fibrosis tisular que, al cabo de tres meses, ocluye las trompas de Falopio.

En España, según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, existen más de 80.000 mujeres portadoras del dispositivo Essure, se han recibido 962 notificaciones de posibles efectos adversos relacionados con el dispositivo. Los síntomas más frecuentes notificados a la AEMPS son: dolor pélvico, articular o lumbar, metrorragias, cansancio, cefaleas, alopecia, picores, urticarias y cambios en el estado de ánimo. Hay otros síntomas como restos del dispositivo viajando por el cuerpo, autoinmunidad, alergias, etcétera.

El producto se comercializó en España desde el año 2002 al 2018. Fue introducido en el sistema sanitario español a través de la Sociedad Española de Ginecología y de su tesorero, quien apoyó firmemente este producto en detrimento de la ligadura de trompas. Los médicos avalaron un producto que desconocían, algo muy normal en España. Cuando las mujeres acudían con problemas derivados de Essure, a la mayoría las trataron como «locas» y sus síntomas podrían venir de cualquier lado, salvo por el dispositivo. Pocos médicos sospechaban o querían sospechar del dispositivo, motivo por el cual las notificaciones de sospechas de daños eran muy escasas.

La empresa Bayer, por su parte, no ofreció un programa de formación adecuado a los médicos, los cuales no tenían casi ni idea de cómo poner el producto y detectar posibles efectos adversos y, menos aún, retirarlo en caso de problemas. Bayer, además, minimizó muchos efectos adversos, realizó estudios solo de efectividad, más que de seguridad y no comunicaba adecuadamente la información de seguridad a los médicos.

La Agencia Española del Medicamento tampoco cumplió con su deber de vigilancia y echó la mirada a un lado, posicionándose siempre a favor de Bayer.

En estos momentos mujeres de todo el mundo están reclamando un reconocimiento de sus daños. En España, ni las administraciones autonómicas, ni el Estado, ni el laboratorio quieren reconocer los daños. Literalmente: «las dejan tiradas». En Galicia hay un protocolo en hospitales sobre Essure que no se ha implantado en el resto de España. Hay muchas mujeres que tendrán problemas en el futuro. Otras, ya han podido retirar el dispositivo y la mayoría de ellas han recobrado su salud. Los sistemas sanitarios llevan muchos años abusando enormemente de la salud de la mujer, introduciendo productos poco seguros, arriesgados y ofreciendo muy poca información a las mujeres. Los médicos, por su parte, poco hacen a favor de las mujeres afectadas o potencialmente afectadas. El problema no se soluciona, simplemente, porque se protege a las aseguradoras de la administración, al laboratorio y a la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.