Derrota colosal del guerracivilismo

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

J.J. Guillén | Efe

05 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Al día siguiente de la victoria que llevó a Mitterrand a presidir la República Francesa, Le Monde publicaba una viñeta en la que un parisino clamaba estupefacto: «Oh, Dios mío, ha ganado Mitterrand y la torre Eiffel aún sigue ahí».

Tras las cosas terribles que se han dicho en la campaña madrileña, muchos residentes de la comunidad podrían también proclamar maravillados que la puerta de Alcalá no se ha movido de su bicentenario emplazamiento. Tal ha sido la tensión entre la izquierda y la derecha, tal la agresividad verbal y en algunos casos incluso física, que hoy, ya discurriendo de nuevo por su cauce las aguas desbordadas por la demagogia populista, el resultado es el de todas las elecciones: que unos ganan y otros pierden.

Han ganado, por supuesto, Ayuso y el PP, una victoria formidable solo empañada por el hecho de que tendrán que contar con Vox para administrar esa victoria indiscutible. Ayuso, ninguneada hasta extremos hoy ridículos por casi todos sus adversarios, y los electores del PP -a quienes hace un par de días el director del CIS (que debería ser cesado de inmediato) insultaba con el calificativo de «la tabernidad»- le han infligido una severa derrota a los que hablan en exclusiva en nombre de la gente, los únicos que se consideran legitimados para defender al pueblo y afirman ser sus genuinos portavoces. La izquierda es el pueblo y la derecha la oligarquía -dicen-, esquema que vuela por los aires cuando la segunda gana las elecciones por amplia mayoría en un sistema muy proporcional.

¿Y quién ha perdido? En primer lugar, claro, esa izquierda, que competía como un bloque y que como un bloque acaba descalabrada, aunque tiempo habrá para echar cuentas de quiénes salen mejor parados de la derrota (Más Madrid) y quiénes completamente trasquilados: el PSOE y sobre todo el dead man walking (en sentido figurado, por supuesto) Pablo Iglesias.

Pero no se detiene en lo evidente la derrota, que afecta también de lleno a Sánchez, quien, haciendo de Gabilondo su gregario, convirtió las elecciones en un duelo al sol con la presidenta de Madrid, que le ha ganado por goleada. La paliza es más dolorosa para Sánchez por habérsela infligido una candidata a la que considera (o al menos consideraba) una completa nulidad. Pero ya un amigo mío muy querido decía siempre que hay que saber distinguir entre quien es listo para los polinomios y quien lo es para los recados.

Finalmente, aunque quizá en primer lugar, y esa es una magnífica noticia, sale derrotado el guerracivilismo, el de Podemos que, arrastrando al PSOE y Más Madrid en su delirio, se empeñó en decir que en las elecciones de ayer se trataba de derrotar al fascismo, como si el Madrid del 2021 fuera ¡el de 1936! En suma, han salido derrotados los que, con Iglesias a la cabeza, querían ganar con casi un siglo de retraso una Guerra Civil que ya había cerrado en 1977 la reconciliación nacional, que hizo posible nuestra democracia. La que permitió votar ayer a los madrileños en paz y en libertad.