Quimeras

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

25 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La quimera es un animal fabuloso con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón que expulsa fuego por la boca. En su origen es un temible ser mitológico al que solo consiguió dar muerte Belerofonte cabalgando sobre Pegaso, rejoneando con ella, hasta agotarla y asestarle el golpe mortal con su lanza. Domar a Pegaso y matar a Quimera fueron las dos hazañas por las que Belerofonte será conocido.

 La mitología está llena de criaturas híbridas, como las sirenas, los centauros, el cancerbero que guardaba las puertas del inframundo, Medusa, cíclopes, sátiros, etcétera.

Hay quien teoriza que estas criaturas monstruosas intentaban explicar la existencia de seres deformes debido a alguna alteración genética, como hasta hace poco se podía ver en las ferias a la vaca Paca «que tiene siete patas» o la mujer barbuda.

En la actualidad, las quimeras son organismos que poseen células provenientes de cigotos diferentes u organismos desarrollados a partir de embriones distintos.

La fecundación de dos óvulos formarían cigotos que en vez de crecer separados dando lugar a unos mellizos, se fusionan, creando un solo individuo con características de ambos.

Estos días ha saltado a la prensa la noticia de que el equipo de investigación de Juan Carlos Izpisúa, que trabaja en La Jolla (California), ha conseguido crear embriones con células humanas y de macaco, es decir, han alumbrado una quimera. Como suele ocurrir en investigación experimental, el logro se presenta como un avance para el desarrollo de la medicina regenerativa y la posibilidad de fabricar órganos humanos dentro de un organismo animal con la finalidad de utilizarlos para trasplantes.

Ni que decir tiene que experimentos de este tipo suscitan importantes consideraciones bioéticas sobre las que no me extenderé, pero mosquea que dicho experimento se haya desarrollado en un laboratorio de la Universidad de Kunming, en Yunnan (China), y los chinos -ya se sabe- no son muy mirados en esto de la bioética.

Este tipo de experimentos tienen su historia mitológica y literaria, como ocurrió durante el romanticismo con obras como Frankenstein o El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, que acabaron en relatos de terror.

Sabemos que todo aquello de lo que somos capaces de imaginar los humanos se acaba consiguiendo, aunque sea para mal. Jugar a ser dios siempre nos ha gustado y costado disgustos. Ocurrió con Asklepios, dios de la Medicina, que se sintió tentado de devolver la vida a Hipólito, hijo de Teseo, irritando sobremanera a Zeus, que acabó fulminando a los dos con un rayo.

Ocurrió con el alquimista Paracelso, cuando describió cómo construir un ser humano artificial (homúnculo) en su obra De Natura Rerum, lo que le costó el descrédito de sus contemporáneos. Cuidado con las quimeras chinas.