Rambo y otros alias

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

Antonio García | Efe

24 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En la crónica negra de la prensa gallega descuella últimamente un delincuente conocido como Rambo o el Rambo gallego, que acaba de fugarse por tercera vez. Pero existen más personajes con este apodo. Además del gallego, hay al menos un Rambo de Requena, el Rambo de Soria, con tres homicidios en su haber, entre ellos el de un capitán de la Guardia Civil, el Rambo de Cantabria y el Rambo ourensano, que murió apuñalado en una pelea.

La proliferación de este alias apunta a la posibilidad de su futura lexicalización, como le ocurrió a don Juan Tenorio, cuyos imitadores son hoy donjuanes, con minúscula. Como los tenorios, quienes empezaron siendo Rambo ya son legión y pueden acabar en meros rambos. Es muy frecuente que los alias hagan referencia a algo característico de la persona. Así, reciben el de Rambo personajes que protagonizan huidas prolongadas y muy violentas en despoblado, y que tienen gran capacidad para sobrevivir en condiciones muy duras en lugares inhóspitos.

Los estudiosos de los apodos de los delincuentes creen que a veces tienen un efecto mitificador. Aunque los hay cuya sola mención causa horror. Valga como ejemplo el del mexicano Santiago Meza López, el Pozolero. Lo llamaban así porque disolvió con sustancias cáusticas los cadáveres de trescientas víctimas de los carteles de los Arellano Félix y del Chapo. Los procesaba como el que hace pozole, un guiso de maíz, carne y chile con abundante caldo. Compatriota suya es Sara Aldrete, la Narcosatánica, hoy compañera de prisión de la Mataviejitas, una asesina en serie. Aldrete era miembro de una secta que desmembraba y cocinaba a sus víctimas en una olla. El líder, un narcotraficante que en un alarde de originalidad se hacía llamar el Padrino, creía que los sacrificios humanos evitaban que lo capturasen.

La mayoría de los alias son muy descriptivos de los personajes que los reciben. Así, un caco hispano que perpetró un hurto en una piscina y tuvo que huir desnudo acabó siendo llamado Pocarropa, como un jefe apache del grupo Pequeños Taparrabos, de Texas. Un delincuente juvenil hoy convertido en hombre de bien, Juan Carlos Delgado, solía repetir continuamente «Esto es la pera», lo que lo convirtió en el Pera. Para lo que no encontramos explicación es para el apodo de un rambo sumamente violento y peligroso que la semana pasada fue juzgado en Teruel, Igor el Ruso, pues se llama Norbert y es serbio.