El extraño caso de AstraZeneca

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

DADO RUVIC | Reuters

23 abr 2021 . Actualizado a las 19:37 h.

El pasado 8 de abril, el tabloide británico The Sun abría su edición con un porcentaje impreso en enormes caracteres: 0,000095 %. Ese era el riesgo de morir por trombosis tras haber recibido la vacuna de AstraZeneca. Uno por cada millón de dosis inyectadas. Si ampliamos el abanico con los pacientes a quienes se detectaron trombos, aunque no todos letales, el porcentaje lógicamente aumenta: 0,00063 %. 222 casos entre 35 millones de vacunados: uno por cada 160.000, aproximadamente. Riesgo, sin duda, mínimo. Inferior al de ingerir fármacos de uso común o, sobre todo, no vacunarse y exponerse al contagio. Tanto el anciano como el joven lozano tienen más probabilidad de sufrir una trombosis por no vacunarse que por hacerlo con cualquiera de las vacunas aprobadas. Pese a la evidencia, un extraño halo de desconfianza planea sobre la Faneca, como la empiezan a llamar, me consta, en algunos lugares de la costa gallega. También resulta sospechoso que sus dos primeras rivales, Pfizer y Moderna, aparezcan como ángeles sin mácula que vienen a rescatarnos sin riesgo alguno de las fauces del virus. ¿Seguro que no ha habido muertes, por causas ajenas o no al preparado, después de inyectar las marcas fetén a millones de personas? 

Vaya por delante que, en esto de la bioquímica y la farmacología, soy un profano absoluto. Cuando preciso un medicamento, confío ciegamente en el médico del Sergas que lo receta y el organismo superior que lo aprobó. Por tanto, baso mi perplejidad sobre el caso AstraZeneca no en las bondades o defectos del producto, sino en un mero cálculo de probabilidades, terreno donde me manejo algo mejor.

La Agencia Europea del Medicamento, cuando aprobó las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca, dejó sentado que las tres eran muy eficaces y seguras. Pero unas más que otras, claro, porque no son idénticas. En cuanto a la efectividad, cada una de ellas tenía un 33 % de posibilidades de ocupar el farolillo rojo. Fue AstraZeneca. Hasta ahí, normal: una tenía que ser. Después aparecieron los trombos y se convirtió también en la menos segura. La probabilidad de que la vacuna menos efectiva sea también la menos segura es de un 11 %. En medio, AstraZeneca incumplió el contrato de suministro con la Unión Europea y suscitó un enconado pleito. Matemáticamente, la probabilidad de que las tres manchas mancillen la misma camisa es del 3 %. Puede ocurrir: menos probabilidades tiene usted de que le toque la lotería, pero no lo descarte. Eso sí, en contrapartida existe un 97 % de probabilidades de que esa concatenación de tres desgracias tenga poco que ver con la vacuna en sí.

Como no quiero caer en la conspiranoia ni acusar sin pruebas, me limito a ofrecer sendas pistas a quien desee investigar el asunto. Una, sobre el canibalismo del mercado farmacéutico: ¿tendrá relación el precio de esta vacuna, entre cuatro y diez veces más bajo que los demás, con el feitizo que le echaron a la compañía? Y otra, de geopolítica: de no haber existido el brexit, ¿tendría Europa el mismo problema con AstraZeneca?