Vacuna contra los parásitos

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

21 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si nos fiáramos de lo que realmente nos dicen los sabios de la medicina decrecería nuestro entusiasmo, ya bastante decaído, por recibir la vacuna contra el covid-19. Pero nos dejamos llevar por lo que nos cuentan Juan Gestal, Ángel Carracedo y Margarita del Val, que de eso saben lo justo, y ansiamos poder entrar en el reino de los inmunizados. Sea cual sea la vacuna y pese a las advertencias que recibimos y que no tenemos en cuenta.

Desde el mismo momento de su aparición y al tiempo que el coronavirus se expandía por el mundo, con la misma rapidez comenzaron a proliferar los ilustrados a los que otorgamos altavoces, protagonismo y, muchos, hasta credibilidad. Ellos nos fueron dando cuenta de las maldades de las dosis que el Foro de Davos, Bill Gates y George Soros nos están inyectando a través de un chip para tenernos bajo control, a decir el presidente de la Universidad de Murcia. Unas vacunas, por cierto, investigadas por el diablo, según el arzobispo Cañizares.

Un día sí y otro también, en todo tiempo y lugar se asoman a nuestras casas, en horas de máxima expectación y rompiendo todas las audiencias, esos versados estudiosos para abrirnos los ojos y ofrecernos información científica contrastada. Desde el cantante, o lo que sea, Miguel Bosé, que nos reveló que detrás del remedio está «un cartel de multimillonarios psicópatas»; a Victoria Abril, que tacha las vacunas de «experimentos sin probar que nos meten rapidito» y además «no están funcionando». Y claro, a ellos se suman voces de tan reputados epidemiólogos como Bigote Arrocet, Massiel o Tamara Falcó, de profesión desconocida, que ofrece un argumento definitivo: «No me quiero vacunar con AstraZeneca porque, o sea, no quiero, que, uhm, no quiero. O sea, no quiero. ¿Sabes? (…). O sea, esa es mí, o sea, es también mi libertad, ¿sabes? O sea». Argumento irrefutable.

Entramos en la vacunación con miedos y sospechas. Y eso nos lleva a dar crédito a teorías alocadas y extravagantes. Así, más de la mitad de los españoles siguen teniendo dudas sobre su efectividad y el 22 % no confía nada en el remedio. Y todo esto pasa porque con la dosis contra el virus no se inyecta la vacuna contra los parásitos que nos asolan.