Elecciones y pandemia

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

E. Parra. POOL

19 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Comprendo que el presidente Sánchez se muestre hastiado (así lo parece) de luchar contra una pandemia que aún zarandea a España y al mundo entero. Recuerdo sus interminables comparecencias en los informativos de TVE cuando sentía la necesidad de liderar ese combate, del que pensaba obtener una racha interminable de éxitos. Luego llegó la realidad con sus rebajas, y Sánchez empezó a repartir juego y pluralizar sus comparecencias y sus temáticas. Pero el coronavirus no cedía, mientras que ya se iban acercando las elecciones en la Comunidad de Madrid. Con ello, los reproches crecían (entre ellos los del presidente Núñez Feijoo por la ausencia de diálogo para el reparto de los fondos europeos). Pero Sánchez seguía deseoso de cambiar de asunto y viajar lejos de la monserga pandémica y de sus complicaciones añadidas. 

Las próximas elecciones en Madrid, que le parecían pan comido, han ido mostrando su rostro de enconada batalla, sin que sea posible que alguien cante victoria con un margen inequívoco. No se descarta que, hasta el escrutinio final de todos los votos, nadie pueda declararse vencedor. Pero la realidad es que habrá unos vencedores y unos vencidos, y hasta ahora cada uno mantiene la fe en sus posibilidades. El PSOE y el PP enfrentados, cada uno con sus apoyos y sus adversarios. El resultado puede inclinarse de uno u otro lado, y lo hará. Decía el gran escritor portugués José Saramago que «los políticos son la mentira legitimada por la voluntad del pueblo» y que «entre un Gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente hay una cierta complicidad vergonzosa». Según esto, solo nos queda confiar en que exista y se manifieste la sabiduría popular, esa que siempre defendió el citado premio nobel portugués.

Menos mal que, según se nos dice desde el poder, estamos rodeados de sabios y de expertos, y no corremos ningún riesgo de que nuestro futuro descarrile. En todo caso, esto es lo que quieren hacernos creer y lo que, en cierto modo, todos deseamos que suceda. Pensar lo contrario sería simplemente angustioso y demoledor, y, al cabo, extenuante. Porque el tiempo de la pandemia es como una pesada losa sobre nuestros días.