Qué hay de mi asesoría

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Mariscal | Efe

16 abr 2021 . Actualizado a las 09:07 h.

Me estoy empezando a preocupar. Cada poco tiempo se publica el número de asesores que tiene la Presidencia del Gobierno, dicen que centenares, y nunca me han ofrecido uno de esos puestos. Se supone que los ministros tienen también muchos asesores y son veintidós los ministerios, y nadie me preguntó si quería pertenecer a ese cuerpo de empleos eventuales. Digo lo mismo de los gobiernos autonómicos. Y los eurodiputados y los grupos parlamentarios nacionales tienen derecho a asesores, a veces llamados asistentes, y seguro que cubren esas plazas, pero nadie me llama, ni ahora ni en tiempos de prosperidad. No es que lo quiera, Dios me libre, lo inquietante es que nadie me lo ofrezca.

Ahora estoy oyendo y leyendo que se abre la compuerta de los expertos. El Ministerio de Sanidad tiene los suyos para la pandemia. Aunque se ocultaron celosamente sus nombres, deben ser como las meigas de Cunqueiro, porque haberlos haylos. La vicepresidenta económica comunicó hace ya tiempo que también había constituido su grupo de sabios. Y la última noticia es que la ministra de Hacienda está creando un grupo de pensadores para la excelencia fiscal, que quiere hacer una reforma. Como habrá también una reforma laboral y una reforma de las pensiones y otras 99 reformas que figuran en el programa de la resiliencia, seguro que cada una tendrá, qué menos, una docena de expertos para que todo salga bien, sujeto a derecho y sin provocar las iras de la oposición. Y tampoco me han llamado.

He llegado a pensar que quizá sea por la edad, que ahora se lleva mucho eso de la juventud, también llamado «efebocracia», pero se ha constituido un partido político, que se estrenará en las elecciones de Madrid, se llama Tercera Edad en Acción, y tampoco me llama: busca el voto de los mayores y los jubilados, pero seguro que se deja asesorar por la muchachada. Llega un momento en que cumples determinados años, que al poderoso siempre le parecen demasiados, y te borra del listín telefónico. Mejor dicho: tiene dos listines, uno para echarte la bronca por el último artículo y otro donde va tachando nombres. A mí me dejaron en el primero.

Pero eso no cambia la conclusión. Si nadie te ofreció una asesoría ni te llamó para un equipo de expertos, es como cuando a esta edad no te duele nada: probablemente estás muerto. Pero no debo estarlo, porque me acaba de llegar la tarjeta censal y dentro de nada me escribirán Díaz Ayuso, Gabilondo y el mismísimo Pablo Iglesias para pedirme el voto, señal inequívoca de vida. La otra señal de vida es que el asesor fiscal me llamó para recordarme que estamos en tiempo de recaudación. Y todo esto os lo cuento porque estoy hasta las narices de escribir de Pedro Sánchez, de Pablo Casado y del Plan de Recuperación. La alternativa que tenía era escribir de Rocío Carrasco, pero en ese tema sí que no soy experto ni sé asesorar.